Miedos

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

El Coronavirus materializa la imagen del miedo en estos días. Miedo universal, miedo nacional.
Su imagen microscópica a manera de pepita de huizapol de puntas espinosas cobra existencia en la colección de temores del imaginario colectivo.
El aire de marzo que anuncia la primavera se torna invernal y gris, los jardines de emociones que somos los seres humanos aún no florecen en paralelo con aves y plantas. El miedo atraviesa como saeta el optimismo frágil, “El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal” afirmaba Freud.
Es el segundo día de cuarentena y del quédate en casa.
Las escuelas lucen solitarias, los maestros responsables trabajan en actividades correlativas a la enseñanza sin la presencia de alumnos. Los padres y madres de familia corresponsables se convierten en educadores en el hogar, para ello muchos detienen sus actividades laborales.
Los usuarios de los teléfonos, las redes sociales, las tablet, las computadoras, los televisores se muestran hiperactivos. El consumo compulsivo de alimentos se incrementa. Estar en casa para algunos genera stress. Para otros es una oportunidad de negocios como uber eats.
El miedo es inherente a la especie humana. La historia de éxito del hombre y su civilización se asienta en el desarrollo de la inteligencia y de las manos, el lenguaje, el espíritu social.
El ser humano piensa y como tal anticipa acontecimientos. El Coronavirus o COVID-19 es una amenaza que genera preocupación, al final como apunta Erich Fromm “Somos una sociedad de gente profundamente infeliz: solitaria, preocupada, deprimida” y así nuestra mente se convierte en fabricación de miedos.
El desarrollo de la inteligencia es paralelo al registro de las luchas épicas que la sobrevivencia ha exigido, al registro de las amenazas, al registro del miedo como respuesta innata pero también como respuesta aprendida.
El carácter social de nuestra especie y el desarrollo del lenguaje nos ha hecho eficaces para transmitir generacionalmente la sabiduría necesaria para sobrevivir; nos ha hecho también vulnerables porque somos objetos de manipulación; somos en sociedad eficaces para transmitir el miedo y generar casos de pánico colectivo.
La palabra estructura pensamientos, desde la noción de infierno en las religiones primeras hasta el libro bíblico del Apocalipsis y la revista de nota roja “Alarma”, desde el experimento de Orson Wells en la “Guerra de los mundos” hasta las versiones del Chupacabras, el sida, ébola, las influenzas y ahora el Covid 19, entre otras.
Refiere Hermann Bellinghausen en su artículo “Tiempos estúpidos” publicado en el diario La Jornada el 16 de marzo pasado que “Las actuales redes sociales son aterradoramente fértiles para una estupidez contagiosa, polémica, individual o colectiva”.
Las benditas redes sociales también alienan, condicionan.
El miedo nos hace reaccionar, nos moviliza ante un eventual peligro. También provoca patologías psicológicas que devienen en una falsa interpretación de las coordenadas de la realidad, “Los peores embusteros son los propios temores”, concluía Rudyard Kipling.
Los miedos tienden unos lentes sobre nuestros ojos y a veces lo que es imaginario lo interpretamos como real.
Miedo cultivado en una sola voz en los medios, en las redes sociales, miedo propagado en voz de algunos políticos siempre oportunistas.
Miedo que se traduce en insomnio y obsesión por prepararse para la eventualidad. Masas en torneo de egoísmo que consumen y se preparan, productos que escasean; trincheras profilácticas endebles construidas con papel higiénico, gel antibacterial y cloro.
“El miedo no anda en burro” dice la sabiduría popular. Es bueno filtrar con objetividad, calma y serenidad toda información y contribuir a la aplicación de las medidas preventivas en casa y en los entornos públicos.
Es difícil una vacuna contra el miedo, pero es muy gratificante enterarnos de que en el epicentro de la pandemia de virus Covid-19 en diciembre de 2019, el virus de Wuhan se ha controlado. Se anuncia el descubrimiento de la vacuna por China, aún en fase experimental.
Como especie, como colectividades enfrentamos un gran desafío.
Nuevamente volteemos a la educación de las inteligencias y de las emociones para educar a los menores de edad, pero también para educar a los mayores de edad.
La SEP ha adelantado las vacaciones de Semana Santa 5 días hábiles. Como medida preventiva vale. Nada más importante que la salud de los menores. El desarrollo cognitivo no es solo asunto de aulas por esta ocasión.
La SEJ por su parte, en voz del Gobernador y del Secretario del ramo, ha extendido el periodo en 4 días hábiles más. Esto es, los alumnos dejaron de asistir desde el 17 de marzo a clases.
El impacto en las actividades productivas de las familias es evidente pero primero la salud de los niños, niñas y adolescentes.
Ahora el uso de medios creativos para disminuir el impacto en el aprendizaje. El escenario de las adecuaciones curriculares para el tramo que resta del ciclo escolar.
El miedo se transmite generacionalmente de manera muy eficaz. Desde nuestro nacimiento y desarrollo, el temor es parte del proceso formativo y deformativo. Nuestra historia personal es a veces registro de temores y las maneras cómo los enfrentamos.
Somos capaces de construir las soluciones y las condiciones para resolver esta emergencia sanitaria, por tanto la generación adulta está obligada a transmitir paz y confianza a las nuevas generaciones.
El desafío es la educación higiénica como sucede desde el siglo XIX. El desafío es no reaccionar irracionalmente, solo comprender la dinámica de la pandemia y evitar el contacto público. Quedarse en casa se recomienda por las instituciones de salud y educativas.
El desafío es el pensamiento científico para filtrar información, para discriminar los mensajes orientadores de aquellos mensajes de finalidad opaca.
¿Cuánto desarrollo de la inteligencia humana es atribuible a los miedos reales e imaginarios que nos acompañan como especie?
¿Cuánto desarrollo emocional cautivo es atribuible al miedo irracional que impone la sociedad contemporánea?
Este es un momento en el cual la civilización humana tiene miedos reales e imaginarios. Ahora la materialización del miedo se llama Coronavirus.
China, Italia, España y otros países progresivamente han observado como el virus y sus contagios crecieron exponencialmente.
La Organización Mundial de la Salud ha declarado el virus Covid 19 como pandemia. Monitorea puntualmente y recomienda una serie de medidas para disminuir los riesgos. A nivel individual cumplamos y a nivel familiar y comunitario coadyuvemos a su implementación.
La globalización de las economías y por ende la globalización del tránsito de personas portadoras es uno de los riesgos mayores.
El fenómeno ha impactado la dinámica económica en muchas de las áreas, el sistema financiero, la caída de las bolsas de valores, el precio del dólar, la crisis petrolera.
En México llegó el virus y según autoridades de salud llega ya a un número de 93 casos confirmados hasta el 17 de marzo. Estamos en fase I.
La SEP adelanta el período vacacional en una semana y el reto en las familias será la implementación de dinámicas extraescolares con el asesoramiento virtual de los docentes a través de las redes o de ficheros creados para el propósito.
Se recomienda prudencia y poner un filtro de veracidad y cientificidad a toda la información sobre el tema.
El secretario de Educación Pública ha elaborado un video desde la sesión 5 del CTE, en donde recomienda la implementación de medidas preventivas en casa y en la escuela.
Se proponen medidas como el lavado permanente de manos o la evasión del saludo de contacto.
En Jalisco se ha informado desde el fin de semana que se han instalado filtros en aeropuertos y centrales camioneras.
Una breve digresión ¿el virus es el enemigo real? ¿Cómo sintetizar las relaciones complejas de la economía mundial y la guerra comercial de Estados Unidos y China? ¿En nuestro país la danza de los intereses políticos, de las instituciones garantes de la salud pública y el Coronavirus, Insabi, nostálgicos del seguro popular, derechistas y laboratorios de fármacos, política disfrazada de humanismo, saqueadores de los estados de emergencia como en 2009-2010, neosaboteadores del pacto federal…?
Paralelo a este fenómeno la irrupción masiva de mensajes en redes sociales o en medios tradicionales que confunden, desinforman y siembran el miedo.
Son días de necesario distanciamiento social, días de fortalecer el encuentro con la familia y el uso productivo del tiempo.
Lo que ensayaba Ivan Illich en los setenta acerca de la desescolarización de la sociedad se observará por unos días.
Observemos el comportamiento social, Observemos el comportamiento individual y familiar.
Tal vez haya lecciones importantes que aprender en esta emergencia sanitaria, en este proceso de comprendernos y fortalecernos.
Sin sublimar nuestros miedos pero sí con la consigna de trabajarlos, racionalicemos nuestras acciones y respuestas a la circunstancia.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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