Madres y educadoras, binomio perfecto

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Mayo es y seguirá siendo un mes cuyo espacio del calendario se centra en tres personajes importantes para las escuelas y la sociedad: las madres, los educadores y los estudiantes, tanto de día 10 que se celebra a las madres como el 15, a los maestros (y el 23, día de los estudiantes), además, el último día de abril (día del niño), son fechas en que las escuelas se llenan de júbilo, en tanto, niños, niñas, adolescentes, madres y educadores se convierten en el centro festivo de la comunidad, llegado el momento, nunca faltan las comidas, bolos, regalos y la consabida pachanga con más o menos recursos dependiendo del trabajo que realizaron docentes y padres de familia para recabar fondos y hacer posible el convivio.
Son significativas las personas que juegan hasta los tres roles en dicho mes, ya que son estudiantes de licenciatura o posgrado, son madres de familia y, además, docentes en alguna escuela de educación básica, estas maestras (que conozco muchas), hacen con el tiempo maravillas y pareciera ser que sus días son de 40 o 50 horas por todas las cosas que hacen juntas y al mismo tiempo, su esfuerzo es increíble y cuando pasan los años y la dinámica revulsiva se esfuma se les oye decir: –¡No sé cómo le hacía para hacer tantas cosas al mismo tiempo!
Así de dinámica y compleja es la vida de las maestras que cumplen más roles de los que le asigna la escuela y la Secretaría de Educación, sobre todo el papel de madres (que ya de por sí implica mucho trabajo), cuyo esfuerzo se refleja con el paso de los años; todavía recuerdo a algunas compañeras que cargaban con sus hijos a las escuelas donde trabajaban para hacerse la vida más fácil, a quienes tenían plaza de educadora, sus hiños las acompañaron los dos o tres años del preescolar y los otros seis en la escuela primaria (que por lo regular estaba a unos pasos del jardín de niños), a quienes tenían plaza de educación primaria era a la inversa. Cabe señalar que los que más sufrían eran sus hijos, ya que (a decir de ellos mismos) no es fácil ser hijo de maestra y, además, estar como estudiante donde ella trabaja, en fin.
Las madres-educadoras son y seguirán siendo objeto de inspiración y ejemplo para quienes vivimos alrededor de la escuela, el hecho de ser madre implica muchas cosas, pero ser a la vez docente las hace valientes porque enfrentan el mundo con las herramientas didácticas, amorosas y maternales que tanto le hacen falta a las escuelas, y cuyas prácticas se han ido ausentando gracias a la dictadura de los protocolos de seguridad, lo cuales y por falta de tacto, le han hecho mucho daño al trinomio maestros-alumnos-padres de familia, ¡cómo se extrañan aquellos tiempos donde los niños rodeaban a su maestra como quien se acerca a su madre!, son tiempos idos y los cuales ya no se recuperarán gracias a esas mentes chatas, clericales y sin la inteligencia socioemocional que se requiere en las aulas.
Aun así, ¡FELICIDADES A TODAS LAS COMPAÑERAS QUE, ADEMÁS DE SER DOCENTES, TIENEN LA DICHA ÚNICA DE SER MADRES!

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

  • María Teresa

    Excelente reflexión que pone en relevancia, la importancia de incidir en las consecuencias que la pandemia contrajo afectando todos los role aquí abordados.
    Lo que hoy resta lamentablemente es la confusión en los alumnos, el aún desconcierto entre las madres y la incertidumbre entre las educadoras. La tecnología jamás podrá sustituir el importante lazo que la interacción entre estos tres personajes.

    • revistaeducarnos

      Gracias por tus observaciones, saludos

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