Leer

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Porque está claro que la promoción comercial del libro no es la mejor manera de promover la lectura, repensemos un poco sobre el derrame cultural de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en su versión 2021.
Porque la FIL ahora es un espacio donde se dirime un round de lucha política por presupuesto entre la rectoría de la Universidad de Guadalajara y el gobernador de Jalisco (hoy ausente de la inauguración el sábado pasado) dimensionemos el foro y el movimiento de blancas en el tablero del ajedrez de la gobernanza y la autonomía universitaria de este momento.
De juntos a separados, de comprar presencias y micrófonos, de echar de menos la FIL 2020, al aplauso histriónico y repetitivo de la nueva edición.
Libro, cultura, política y grillismo.
Porque la presencia de personajes como Enrique Krauze, Luis Carlos Ugalde o Lorenzo Córdoba hacen de la FIL una trinchera no neutral desde la cual se lanzan proyectiles de derecha mesiánica, de libertad acaramelada y de democracia ahistórica empanizada al mejor postor.
Leamos los personajes e interpretemos sus voces surgidas desde escombros emocionales de odio y arropadas en instituciones palaciegas que tendrían que educar y servir al pueblo, pero que prefieren verlo lejano a la expo mercaderías caras.
Prefieren verlos ciudadanos náufragos en los estadios y consumidores de la pseudocultura de tendencia narcocorrillo, tipo oferta postcovid en eventos del auditorio Telmex.
Porque la posesión del mercado del libro y su exhibición a manera de stand cada temporada de FIL es asunto de reproducción cultural clasista, de evangelización pseudocultural, de espiritualidades apocadas y temerosas; repensemos y resignifiquemos nuestras formas de leer y hagamos comunidad de aprendizaje con las mayorías excluidas del bien del libro.
En el aniversario de la muerte de Aldous Huxley (acaecida el 22 de noviembre de 1963), pensemos juntos el mundo feliz imposible y más allá de la ciencia ficción tomemos lectura de la realidad política emergente en la entidad.
¿Qué función, qué rol juega una familia y una escuela de lectores en la agenda de transformaciones necesarias para la madurez cultural de la sociedad mexicana?
En la República de lectores sería deseable tal vez la recuperación de la función central de construir el pensamiento crítico y la ciudadanía formada, para velar por la elección y el ejercicio de los gobernantes.
La lectura de la dominación del género en la sociedad patriarcal de fábulas y cuentos de princesas y enanos, de sapos parlantes hocicones, de ogros, brujas, castillos encantados con telarañas, príncipes azules, soldados de plomo, manzanas envenenadas y espejos mágicos, de quasimodos y malos con sotana, ladrones y lámparas maravillosas y otras magias de escobas voladoras y navidades antipobres.
Desde el cuento “Si los tiburones fueran hombres” escrito por Bertolt Brecht, repensemos el tipo de educación y el rol de lectores en esa versión formativa, “En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones”.
La escuela alienante, la calle, la vida de las redes, la sociedad de convivencia pacífica capitalista, donde los tiburones merodean en busca de los pececitos mientras estos han adquirido una ceguera paradigmática y se han domesticado en las piscinas de aguas mansas poco nutricias.
La lectura y las sombras de realidad de la metáfora de la caverna platónica.
El ideal de la competencia lectora como tabla de salvación en el esquema de educación a distancia que ha impuesto la pandemia. La emergencia de los textos por mediación electrónica, los fotones y el resplandor encandilador de las pantallas sin tamaño uniforme, sin neurona amiga y la ausencia de la luz de la palabra impresa, de la necesaria corporeidad de la tinta en el papel impreso, como estímulo básico del acto de aprender.
El acto de aprender más allá de la decodificación de la palabra en el acto lector del sujeto con infinidad de formaciones sociales y aprendizajes previos.
El ideal vygotskiano de pensamiento y lenguaje, de lenguaje y pensamiento colectivo.
En las primeras civilizaciones humanas las primeras escrituras, la construcción de sentido, los primeros lectores de leyendas y epopeyas, de contabilización agrícola y ganadera, la medición del tiempo.
Leer cómo acto emancipador del pensamiento si y sólo si cae en terreno fértil de comunicabilidad y lenguaje de conexión, de lenguaje social donde mi saber y el saber del otro se convierten en dignificación de nuestra mutua humanidad en crecimiento.
Los profesores y la lectura, la dosis establecida, los textos y las lecturas de legitimidad curricular.
Los profesores y el aprendizaje de la didáctica para formar lectores competentes. La insuficiente formación en las escuelas Normales y otras instituciones formadoras de docentes en la ciencia-arte de formar al aprendiente con metodologías operatorias en el galano arte de leer y escribir con sentido.
Las escuelas Normales, eternamente reproductoras, algunas que no encuentran el hilo de Ariadna para producir conocimiento sin ofrendas vacías y rituales hechos de papel con dislexia y disgrafía psicopedagógica.
Esas instituciones formadoras, feudos jorobados de academia impostora, nido reproductivo de sindicaleros de discapacidad intelectual.
Esas instituciones en crisis, convertidas por complacencia en inútiles y credencialistas por más pantalla de exámenes de oposición, de competencia y democracia en la definición de las nuevas direcciones 2022.
Leer el normalismo en la era emergente digital, esas escuelitas forradas de murales, políticamente conservadoras de espaldas a su identidad histórica, pedagógicamente reproductoras desde sus historias de bronce de lejana vitalidad.
El debate metodológico que no se actualiza, la escalera del aprendizaje de los procesos lectores que no siempre se comprenden.
Los docentes en sus cabalgaduras cibernéticas, ayunos de formación y laboratorio de intervención de estructuras cognitivas y ajenas a la ambientación de propuestas pedagógicas sustentadas en la investigación educativa.
Leer cómo imperativo.
El ideal del aprendizaje de lectura y desarrollo cómo patología a resolver en la escuela híbrida o presencial.
La pauperización de los textos al que se accede en la era mercantil Best Seller, en la era de los manuales escolares para memorizar y repetir, para limitar el acto de pensar, los manuales para excluir al lector de bajo poder adquisitivo.
Leer cómo acto de elección de lectores obligados, cosificados.
Los niños, niñas y adolescentes y la lectura de dosis cargadas de conceptualizaciones densas. El zancudo que amenaza, la mosca que se posa en el cristal de la ventana, la mascarilla insoportable, el sonido del vendedor de papas y jitomates y el dolor del activismo lector que no produce los aprendizajes esperados.
La necesaria renovación de los textos escolares con valores implícitos, contenidos y moralejas inoperantes para quienes menos aprenden, para quienes tienen marcos de referencia y saberes previos invisibles para los diseñadores y operadores de las imprentas, para quienes menos desean aprender cuando se sostiene una propuesta de la clase dominante explícita o implícitamente.
Leer desde la psicogénesis de quién lo necesita, desde esas generaciones de NNA de la pandemia, más allá de proyectos caricaturescos, anoréxicos en ideas pedagógicas, refundadores de miserias sobre formación de lectores.
La lectura obligada y metaevaluación de procesos y resultados del programa de incentivos denominada Promoción Horizontal de USICAMM, cuyas resultados se dieron a conocer desde ayer.
Leer para pensar y hacer una práctica educativa diferente, leer y formar lectores competentes para aprender en condiciones de emergencia sanitaria y de gestión educativa.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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