Las tensiones en el trabajo educativo. La necesidad de construir acuerdos y consensos
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Educar no es una abstracción que quede desligada del contexto en donde los sujetos trabajan, de las políticas públicas y de las disposiciones institucionales, junto con el clima de tensión escolar e institucional.
Las tensiones en educación son de diversos tipos: institucionales y laborales que repercuten en la estabilidad personal de los sujetos que hacen educación. Sin embargo, las tensiones pensadas como una contradicción o un conflicto no hay quien se haga cargo de ellas, les toca a los propios sujetos que educan, el tener que resolver las cosas y hacerse responsable de las implicaciones de las mismas.
En todo ello, por ejemplo, dentro del sindicato de maestros, los dirigentes de las Secciones 16 y 47 han preferido encapsularse en un espacio desligado totalmente de la realidad en la que vivimos todos los educadores y ellos tienen una vida, en donde predomina un mundo idílico, pensado solamente en su proyección personal. Desde el ámbito institucional, la Secretaría de Educación Jalisco maneja un lenguaje de doble vínculo, por un lado, la mercadotecnia y la promoción de su principal personaje que es el responsable de la secretaría. El secretario de Educación que lanza mensajes, los cuales sirven para conectarse con otro mundo, otra realidad y, más abajo, es a las personas de la estructura que les toca lidiar y resolver muchas situaciones de todo tipo.
Las tensiones personales que viven maestras y maestros todos los días, están relacionadas con el trabajo mismo, pero también con tener que resolver problemáticas con los padres de familia, tener que atender especialmente a niños y niñas que comienzan a rezagarse y nadie se hace cargo de ello, o sea, todo esto está pensado para que sea el mismo docente el que sufra las implicaciones y las consecuencias de una profesión que comienza a invisibilizar una serie de secuelas, no del todo favorables que afectan su vida personal.
Los consensos se construyen a través del diálogo, pero desafortunadamente vivimos en una sociedad marcada por el monólogo o un diálogo de sordos. Las personas que se encuentran en una posición de supuesta jerarquía, tanto en la parte institucional como en la sindical, no tienen la vocación de escuchar, pero sí el firme deseo de ser escuchados.
Habría que crear una asignatura nueva para el diálogo, la intermediación, el consenso y el llegar a acuerdos. En un sistema educativo que no dialoga entre sí, el sistema se va tornando en una especie de esquizofrenia institucional, cada sujeto ve al resto a partir de esta especie de coraje que se va acumulando y no los ve como colegas sino como enemigos ¿a quién le conviene todo eso? Me supongo que el sistema es el que sale ganando, pero no es la mejor opción.
Habría que aprender a dialogar, para ello es importante entrenar la escucha atenta y asertiva.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com