Las canicas y su enseñanza

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Son una increíble herramienta didáctica, no sólo por su estrecha relación con la motricidad fina sin importar que uno tirara de uñita o de huesito, sino por las diferentes enseñanzas y aprendizajes que podemos recuperar y obtener a partir de su empleo en situaciones lúdicas. Las canicas nos brindan una gran posibilidad de desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes, competencias para los que les guste el término en todos aquellos que se den la oportunidad de jugar con ellos. Para aquellos nacidos hace ya varias décadas seguramente recordaremos a “Pichicuas y Cupertino” en la voz de Chava Flores o del Loco Valdés, protagonistas de una historia en la que se enfrascaban en un duelo para ver quién era mejor, pero siempre bajo la supervisión mutua del cumplimiento de las reglas. Y así era en realidad cada juego con los amigos, los primos, incluso hubo quienes jugaron con sus papás; las posibilidades eran muchas en relación al tipo de canicas que podíamos tener, había agüitas, pericos, diablitos, cebras, bombochas o cacalotas, japonesas y chinas, entre otras, pero de la que destacaba una que era la preferida y principal arma de batalla a la que se le llamaba “mi tiro”.
Las canicas crearon también toda una jerga inolvidable para el juego: de cascamochita, al contis, traer vida, altas y bien paradas como tu soldadito, así como aquellas palabras ligadas a sus reglas como tache mala, chiras pelas, tache pelas, ahogado, atrás de su moco, sin caminito, mandar a calacas, términos que aparecían en juegos como hoyitos, cuadrado, rombo, círculo, solos o en pareja y en donde se jugaba el orgullo, de a canicas o de dinero.
Pero era algo más que un juego, ya que también permitía hacer un manejo y simbolización de la agresión, sin llegar a lastimar al oponente; aún recuerdo como, trabajando con menores en situación de calle en un albergue, el ganador tenía derecho a romperle una canica a su oponente golpeándola con otra canica, por tal razón las bombochas o cacalotas, las canicas más grandes, eran sus favoritas.
Dadas las condiciones sociales de inseguridad cada vez vemos menos niños en las calles para interactuar o jugar con otras personas de su edad, por lo que podría fomentarse e implementarse en las escuelas de nivel básico espacios para jugar canicas. Sus beneficios realmente son muchos: para tirar se requiere el uso de la pinza con el dedo índice y pulgar lo que estimula diferentes áreas corticales en el cerebro, le permite al niño entender y aplicar reglas lo que le dota de estructura y conductas pro sociales, favorece también, como ya se refirió, el manejo de la agresión y de la ira dentro de un marco normativo, amplía la tolerancia a la frustración, fomenta el compañerismo y el espíritu competitivo, pero sobre todo, fomenta la interacción en espacios abiertos.
En un escenario violento, de ataques entre oponentes sin reglas de por medio, de falta de una cultura para la convivencia armónica y de reformas educativas fallidas en relación a los aprendizajes desarrollados, un simple juego de canicas ofrecería muchas bondades para los niños. Aunque claro, no faltará quien diga que es una práctica de escuela tradicional, que no favorece el uso de tecnologías y por lo tanto no es viable. ¿Qué le vamos a hacer? Siempre hay gente así.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

  • Verónica Vázquez-Escalante

    Le felicito maestro por este artículo. Fui una niña con infancia feliz y lo poco o casi nada que jugué con canicas claro que fue maravilloso y claro que siempre favorece. Me gustó la narrativa y sobre todo, evocó gratos momentos.
    Saludos afectuosos

  • Francisco Ortega

    Buen articulo, quizás valdría la pena un articulo con algunas reglas para algunas variedades de juegos con canicas, llegue a este articulo por buscar la palabra alcontis, un termino totalmente de canicas que hace unos años no existía en internet, creo que lo que plantea sobre los beneficios ludicos y sociales de jugar a las canicas son acertados, una bendición haber jugado canicas con mi padre. Saludos.

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