La vocación de faquir

 en Moisés Aguayo

José Moisés Aguayo Álvarez*

El magisterio nacional ha transitado por periodos complejos, y en el imaginario social, se han sedimentado —solidificado, diría Castoriadis—, distintas construcciones simbólicas en torno al maestro, como figura pública, como ejemplo a seguir, como ente político, entre otras.
Desde las misiones fundacionales del periodo vasconcelista para acá, la efigie del maestro-apóstol de la educación, se ha reconfigurado de continuo. Aquél idealista y aguerrido personaje que por un salario meramente simbólico, estaba dispuesto a llevar la luz del pensamiento y la revolución de las ideas a los connacionales, con entrega y dedicación; hoy piensa dos veces antes de seleccionar un punto geográfico para prestar sus servicios; pregunta sobre su paga antes de asegurarse de contar con bases sólidas de pedagogía; prefiere prepararse para responder un examen, que para conducir una clase… y esto, a la vieja guardia de la docencia, no puede menos que causarle desconcierto; no obstante, si se agudizan los sentidos, cabe la opción de preguntarse si no es precisamente ése el perfil que se adapta a las condiciones actuales del magisterio; al menos, a las que privan en el estado de Jalisco. Dónde si no, es que han aprendido los docentes de generaciones recientes, a generar aptitudes para enfrentar condicionamientos tan poco vinculados a la imagen romántica del formador de conciencias, al agente de cambio social.
Al menos, en el presente ciclo escolar, el sistema educativo en Jalisco ha contribuido determinantemente a formar estos perfiles, e incluso, ha dado muestras de que está más que preparado para incorporar una dimensión más al discutido documento base del estertóreo INEE, conocido como Perfil, Parámetros e Indicadores (PPI), dado que, en tierras jaliscienses se ha venido normalizando la idea de que, para ejercer la docencia hacen falta profesionales con altas y nuevas capacidades de desempeño. De facto, en esta administración se ha propiciado una construcción innovadora (una sexta dimensión), por agregar al PPI. Para acendrar un poco lo que esta novedosa dimensión, exige de un docente capacitado. En las siguientes líneas, se hará un intento por desglosar puntualmente sus componentes, emulando el estilo académico presente en el PPI de base:

DIMENSIÓN 6: Un docente con vocación de faquir
En esta dimensión, el docente:
1.1. Desarrolla un metabolismo ralentizado, adaptado para enfrentar semanas de austeridad vitamínica.
1.2. Es capaz de procurarse una amplia capacidad crediticia, con prospectivas de aplazamientos indeterminados.
1.3. Difunde entre sus acreedores la idea de que el software de FONE puede ser un excelente chivo expiatorio y además, despliega sus capacidades diplomáticas para convencerlos de evitarse le exijan el rédito respectivo.
1.4. Medita continuamente para mantener el equilibrio emocional y la sensatez que la atención del grupo requiere, en aras de la calidad educativa y de no afectar en lo mínimo la integridad de quienes le rodean, sabedor de que existen protocolos de actuación y procedimientos jurídicos y penales procedentes, para el caso de que eventualmente perdiera los estribos.
1.5. Se muestra ecuánime y educado al solicitar por las vías institucionales, la oportuna remuneración por su trabajo, so pena de aparecer como un inconforme ilegítimo, de esos que no le gustan al licenciado, porque lo distraen de sus variopintos encargos en la administración pública, y porque además, aburren al señor de su villa.

El análisis de esta propuesta, queda a partir de hoy, al escrutinio público, al de los colegas, y se plantea aquí, además, que la plasticidad de su diseño, posibilita convertirla en un documento para el análisis no sólo del aparato oficial en lo legal y lo académico, sino que bien puede ser, a la vez, un referente viable para salpimentar la sobremesa de los líderes y representantes sindicales (que no es lo mismo, pero es igual), independientemente de su linaje o ramal. Estos personajes, podrán asimismo, contemplarla como quien mira el hierro en la partida de póker, y eventualmente, podrán entre sonrisas, hacerse algunos chistes de buen gusto: como aquél que dice que quizás lo que hace falta es recuperar la esencia del trabajo sindical, que consiste en velar por los intereses de sus agremiados, sin que esta tarea esté supeditada a criterios acomodaticios, sino perennes; o el otro, que sugiere que quizás en estos tiempos no sólo faltan nuevos cuadros sindicales, sino nuevas perspectivas para asumir la tarea, que no es noble en sí misma, pero que puede ennoblecer a quien la ejerce.

*Doctor en Educación. Supervisor de Educación Primaria. moyagualv@hotmail.com

  • Gloria Guzmân Arce

    Muy bueno y no se si uno de los própositos era el causar risa como efecto relajante ante los embates de la Secretaría de educación y la gran presión de la que hemos padecido en este tiempo,si es así lo lograste…
    ..Muy buena reflexión y parece cuento de terror que a estas alturas de la modernidad traicione a la SEJ una falla de una màquina y traiga en jaque a todo mundo…Te felicito y me encantó.

  • Ahuayo Alvarez F J

    No manche, como no me lo dijo antes

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