La tolerancia como vínculo con el otro

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Los tiempos actuales han develado un problema: la intolerancia se presenta cada vez con mayor frecuencia y con una intensidad que no es adecuada. Esta situación es desafortunada, sobre todo porque pone en evidencia que no existe una mirada, un reconocimiento o una empatía con el otro, con el semejante.
Desde lo educativo estamos viviendo una situación no sólo compleja, sino realmente difícil, ¿cómo se puede fomentar e inculcar la tolerancia en los alumnos? En tiempos en los que las tecnologías han podido romper los límites de tiempo y el espacio, casi a diario recibimos noticias que muestran actitudes intolerantes ante los demás: el presidente del país del norte ha sido constante y reiterativo para expresar su animadversión ante diferentes grupos sociales, principalmente los latinoamericanos; en los últimos días hemos sido testigos también de diferentes muestras de intolerancia ante los centroamericanos que están transitando por el país en su camino hacia los Estados Unidos; hemos escuchado y visto en grabaciones diferentes muestras de odio ante personas homosexuales, así como también diferencias entre personas de distintas etnias o religiones que resuelven sus diferencias a través de la violencia. En los ámbitos familiares y educativos, lamentablemente, hemos podido observar, incluso, como padres y madres de familia tienen menos tolerancia con las formas de trabajo de los maestros, o entre ellos cuando se presentan dificultades de pareja que no saben manejar; en estos escenarios, que representan la vida real que se puede llevar al aula para llegar a lo significativo del aprendizaje, tenemos pocos elementos para desarrollar una actitud tolerante.
El problema de la intolerancia ante las diferencias, sin importar cuál sea la raíz o el origen, tiene como resultado que nos separemos y alejemos de los demás de una manera injustificada, innecesaria y en detrimento de la vida social; no nos vemos en los otros.
Pensar en la tolerancia nos remite directamente a la noción de respeto, aunque ha logrado tener vida propia con el tiempo. Me parece interesante que en su etimología latina proviene de tolerare que significa “soportar, cargar” lo cual implicaría, en términos próximos al psicoanálisis, tener la capacidad de aguantar y llevar un saber o a una persona con uno, en uno.
Probablemente estemos viviendo momentos en los que como sociedad estamos mostrando una fragilidad y una debilidad que nos impide o limita poder soportar y cargar a los demás, lo cual implicaría fortaleza, pero también una desarrollada flexibilidad mental que nos permitiera enriquecernos, y no pelear, con la diferencia. Recuerdo una canción de Serrat que a la letra dice “y fíjate, no sé qué me gusta más de ti, si lo que me diferencia de ti o lo que tenemos en común”. Es obvio que aún estamos lejos, la mayoría, de tener una actitud y un pensamiento con tal nivel de madurez. Tal vez es necesario tener presente que la tolerancia es uno de los pilares para convivir y establecer vínculos con los demás ¿por qué nos cuesta, entonces, ser tolerantes con algunas personas? Valdría la pena una reflexión profunda ¿o no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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