La pedagogía del huachicol

 en Andrea Ramírez

Andrea Ramírez Barajas*

El huachicol se ha tornado en la metáfora del engaño en el presente, de la farsa, de la estafa fácil, de la mentira vil, a cambio de sacar provecho, mucho provecho de la incertidumbre y el clima de desinformación.
En educación tenemos también la pedagogía del huachicol. Es también otra manera de engañar, como sucede con las escuelas patito que prometen y no cumplen. El huachicol es también una cultura y una manera de cuestionar la cultura honorable y de buenos principios.
Un pedagogo huachicol anda por ahí, deambula libremente por la calle, llega tarde a su escuela, es flojo, oportunista, saca provecho de sus relaciones con el sindicato, se molesta con los padres de familia, engaña, amenaza, no cumple. De esta manera, el derrame huachicolero ha sido mucho más que el asunto del robo a la gasolina, es una manera de hacer evidente el estilo que tenemos de asumir la vida cotidiana.
La Pedagogía del Huachicol, se asume dentro y fuera de las escuelas, en las relaciones de todos los días, de buscar dar cortes a las relaciones fraternas, de intentar sacar provecho por la vía rápida, de fomentar el menor esfuerzo.
La sociedad en su conjunto se ha visto afectada por la supuesta escasez de gasolina, que en contraparte tiene al exceso de robo y vandalismo. Las largas filas de autos en las gasolineras nos habla de esta forma de ser en el presente, una larga fila de máquinas en espera de combustible. Ser huachicol ahora es estar en contra de la patria y de sus símbolos históricos y emblemáticos, es robar, mentir, sacar provecho, ser un oportunista permanente y, ante ello, no había defensa.
Los anteriores presidentes, todos o casi todos, permitieron y se beneficiaron del huachicol, de la cultura fácil de ser o hacerse huachicol. Y hoy en día el huachicol es un estigma, es una ofensa, es una broma de mal gusto, antes fue con los nacos, con los cholos, ahora se es con los huachicoleros.
Necesitamos una cultura y una pedagogía diferente que edifique, que vivifique, que cuide el patrimonio de las personas y a las personas mismas. La parte buena de una historia mala es que hemos aprendido a convivir en la escasez de combustible y a ser tolerantes en las largas filas, a racionalizar el uso de los automóviles. Nos hemos civilizado a fuerza de golpes de la escasez y de la necesidad de cuidar lo que no tenemos pero que es nuestro.
Los huachicoles están escondidos como topos debajo de la tierra, cerca del estiércol, desde ahí traman su nuevo ataque. Los ciudadanos y ciudadanas estamos aquí para evitarlo para pensar cómo dar un brinco, un gran salto en la forma de que cuidemos el patrimonio de nuestros energéticos y convivamos respetuosa y civilizadamente. En contra de la pedagogía del huachicol esta la pedagogía de la convivencia libre, sana y respetuosa.

*Doctora en educación y consultora independiente. andrearamirez1970@hotmail.com

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar