La obsesión por la evaluación y el fracaso de la reforma educativa

 en Andrea Ramírez Barajas

Andrea Ramírez Barajas*

El componente evaluativo no formaba parte con tanto protagonismo en la historia de nuestro sistema educativo. Ya lo había reconocido Alberto Arnaut en su conferencia magistral en el Congreso del COMIE en Chihuahua, “el Estado se había preocupado por formar docentes a nivel nacional pero a nadie se le había ocurrido evaluar su desempeño”.
De la noche a la mañana el sistema educativo nacional amanece bajo una clara obsesión, evaluar todo lo que esté vinculado con el desempeño docente como vía para mejorar la calidad del servicio educativo. La fórmula no es del todo clara y las variables se utilizan en forma dogmática: evaluación del desempeño docente = mejora de la calidad educativa.
El hecho de que el ejercicio de evaluar el desempeño docente no forme parte de nuestra cultura ni de nuestras tradiciones educativas obligaba a realizar una serie de mediaciones pensadas en ir acercando dicha práctica a la cultura magisterial.
Ahora bien, evaluar la docencia no implica en automático mejorar la calidad, si no media con claridad los fines de la evaluación, los recursos con los que se cuenta y el procedimiento a seguir. De repente el gobierno mexicano amaneció al inicio de este sexenio con una alocada obsesión por la evaluación, de dónde provenía dicha locura… del susurro de los colegas de la OCDE que le dictaron al gobierno que para mejorar el servicio educativo debería iniciar evaluando el desempleo docente, el problema es que en ningún país sea miembro o no de la OCDE dicha fórmula ha funcionado.
Con el cambio apresurado en las leyes y con el paso de los meses el gobierno mexicano se pudo dar cuenta de que dicha fórmula no era la mejor opción para mejorar la calidad del servicio de la educación pública que presta el propio Estado, sin embargo no ha corregido el camino, muy lejos de lo que dictaba el sentido común lo aceleró.
Hoy en día parece una cuestión de principios, el gobierno se niega a reconocer que se ha equivocado, y de hacerlo sería sacar de la lista de precandicatos al poco célebre Aurelio Nuño. Hoy el discurso gubernamental ha cambiado, arriba anuncia unas cosas y abajo sigue golpeado a los docentes al igual de cómo lo hizo desde el inicio del sexenio.
El tiempo es el que cura todo y sana todos los males, es el mejor aliado de la disidencia magisterial, de las iniciativas democráticas y de las formas diferentes de entender la gestión y la política pública. El tiempo muy pronto nos dará la razón a los críticos y obligará a los gobernantes actuales a retractarse y estarán obligados a reconocer que se han equivocado.
Así las cosas, el próximo mes iniciará el último ciclo escolar de esta administración y el experimento al que le apostaron desbocadamente será un año más que se pierde en prejuicio de la sociedad. Los millones de niños, niñas y jóvenes serán objeto del engaño, del fraude público al que le apostó el gobierno, incluso de pervertir un nombre tan valioso como lo es el de REFORMA EDUCATICA, todo por obsesionarse y por el uso de formas desmedidas en el ejercicio del poder.
Esperemos mejores tiempos y mejores gobernantes, para que la educación pública en México sea en los hechos prioridad la número uno.

*Doctora en educación y consultora independiente. andrearamirez1970@hotmail.com

  • Luis Ibarra

    Andrea, hago mías tus acertadas críticas a la evaluación docente. Como la pretenden llevar a cabo los funcionarios actuales resulta inadmisible. Sólo agrego que es bueno no esperar mejores tiempos y gobernantes. Es mejor hacer algo para que, efectivamente, llegue un México y mundo mejor. El meollo está en la vieja pregunta ¿Qué hacer?

  • Adriana Piedad García Herrera

    Yo también coincido con tus reflexiones, y agrego que tampoco hay que esperar que reconozcan que se equivocaron, simplemente se van a ir dejando ese caos.
    Lo mismo sucederá en la Secretaría de Educación Jalisco.
    Saludos

  • Martha B Meza R

    Me parece que la evaluación docente tendría que ser un proceso natural y no una campaña política. Como campaña política debe entrar los otros elementos de Calidad: equipamiento, infraestructura, allí que le inviertan tido el dinero posibl. Los materiales y métodos educativos son la obligación del gobierno que en conjunto con los grupos selectos de maestros debería estructurar, si bien es cierto que hoy pretender dejar un espacio en donde cada escuela orqueste su curricular es muy aventurado.

  • Martha B Meza R

    Me parece que la evaluación docente tendría que ser un proceso natural y no una campaña política. Como campaña política debe entrar los otros elementos de Calidad: equipamiento, infraestructura, allí que le inviertan tido el dinero posibl.

  • Patricio cortes

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