La inconsciencia del acceso a la información y el saber

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Este martes 19 de abril, Jaime Navarro Saras, nuestro editor y colega, nos compartió información acerca de opciones para acceder a un material valioso generado hace algunos años (la Revista Educar editada por la Secretaría de Educación Jalisco de 1992 a 2012, se pueden consultar 40 ejemplares en el siguiente sitio, http://www.quadernsdigitals.net/index.php?accionMenu=hemeroteca.VisualizaRevistaIU.visualiza&revista_id=24&PHPSESSID=eb6c1e1f6d3093f079a7bd0660075085) y del cual, diferentes bibliotecas de recintos educativos aún guardan material, lo que nos da la posibilidad de poder revisar documentos de un valor incuestionable que dan cuenta de la historia de la educación en nuestro país.
Y esta situación me llevo a pensar lo siguiente: ¿tenemos consciencia y tienen consciencia las nuevas generaciones en torno a la inmensidad de recursos de que se disponen en la actualidad, siendo además casi imperdibles? Pareciera ser que no.
Todos aquellos que fuimos formados antes de la aparición del internet seguramente suspiramos y nos deleitamos con el recuerdo de unas cuantas palabras que escuchamos en una clase, en una conferencia o que leímos en alguna revista especializada en nuestro campo de formación, ideas o palabras plenas de sabiduría de las cuales no queda registro alguno y que pudieron ser, ojalá no, la máxima aportación o contribución de algún teórico o intelectual, en el momento más brillante de su vida. En ocasiones un alma caritativa iba tomando notas o empleaba una grabadora y transcribía lo que se había dicho y podía entonces publicar un libro o un artículo en una revista, lo cual requería de mucho tiempo para poder acceder a ese saber. Había un desfase del conocimiento.
Hoy en día prácticamente todo puede quedar registrado o almacenado en algún espacio, físico o virtual, aunado a la bendita asincronía que permiten las plataformas y que hacen que el saber sea imperdible: en otros tiempos había que correr o dejar de hacer algunas cosas para lograr llegar al recinto en donde un especialista daba un tema, pero si no teníamos la fortuna de coincidir se podía perder la experiencia. Hoy basta un celular para grabar un audio o un video o incluso para transmitir en vivo y poder llegar a una cantidad ilimitada de espectadores. Ya no es necesario correr, basta estar conectado o contar con datos y el saber está al alcance de nuestra mano, literalmente. El conocimiento se transmite y se adquiere en tiempo real, en tiempo presente, no hace falta esperar para ello.
Hoy existen muchos espacios en los cuales se puede publicar un texto, tanto en formato digital como físico, en libro o revista, algo que antes era restringido y limitó las posibilidades de muchas generaciones para compartirnos todo su legado. Se ha perdido todo vestigio de muchas revistas y libros de antaño y con ello del saber ahí plasmado, algo que difícilmente puede ocurrir hoy, lo cual puede hacer que no podamos apreciar o ver el alcance de contar con tanto saber.
La labor arqueológica de Jaime permitió recuperar una joya del pasado y nos da la oportunidad de apreciarla en nuestro presente. Pero es un hecho que aún queda mucho material “enterrado” en la historia y hay más que se ha perdido definitivamente. Y esta consciencia de la pérdida es un algo que muchas personas no tienen hoy en día a menos que un día se pierda internet y finalmente entiendan lo que es perder lo valioso del saber.
Pero podemos cerrar diciendo “bendita inconsciencia” y simplemente regocijarnos con lo recuperado y no sufrir con lo perdido. Gracias Jaime.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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