La ilusión del regreso a las escuelas

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Hace poco más de un año las escuelas cerraron sus puertas, con ello también se cerraron muchas cosas más, principalmente el trato humano cotidiano y la sensación de poder ver a la cara a los compañeros con quienes se compartían aprendizajes, emociones, ilusiones, alegrías, juegos, secretos, tristezas, amistad, colaboración, etcétera.
2020 y lo que va de 2021 se llevaron al olvido los festejos de la primavera, el día de la madre, del estudiante, las graduaciones y los paseos de fin de cursos, la posada navideña, el día de la amistad, las inevitables pintas, los cumpleaños, las fiestas del pueblo, etcétera, etcétera.
A la fecha hay niños y jóvenes que no conocen su nueva escuela, sobre todo los que ingresaron a primero de preescolar, primaria y secundaria, ellos saben que están en la escuela, pero de lejos, a la distancia, en línea y, algunos de ellos (los que nunca han estado en un salón de clases en físico), carecen del referente y, tarde que temprano, eso repercutirá en su desarrollo emocional.
No sabemos con certeza cómo será el regreso a las escuelas en cuanto a los protocolos sanitarios y qué tanto se parecerá al mundo que conocimos hasta antes de la pandemia, lo que si sabemos es que el retorno a clases deberá provocar más alegrías que tristezas en docentes y estudiantes, ya que el confinamiento, más allá de prevenir y detener los contagios, provocó innumerables crisis de todo tipo en la mayoría de la población.
Este tiempo en confinamiento demostró que las escuelas, más allá de los aprendizajes y lecciones que provocan en los estudiantes, es un espacio físico y una estructura necesaria y vital para el crecimiento emocional, social y cognitivo de niños y jóvenes, además, es un gran apoyo para que los padres de familia puedan desarrollar actividades en el hogar y en su empleo durante el tiempo que sus hijos no están en casa porque asisten a las aulas, al final nos dimos cuenta que la pandemia nos enseñó que es mejor que padres y docentes sean cómplices y colaboradores que enemigos.
Es muy probable que nadie se niega a abrir las escuelas, para todos resulta complejo e inconcebible el no retorno a las aulas en el largo plazo, todos quisiéramos que ya estuvieran abiertas y que nunca más vuelvan a cerrar, pero también reconocemos que éstas no pueden abrir así nomás por nomás, falta mucho por hacer en cuanto a protocolos de salud, mantenimiento y renovación de los espacios.
Lo cierto es que no podemos seguir teniendo a niños, niñas y jóvenes recluidos en sus hogares ya que, de seguir así, sólo les estaremos robando la infancia y lo más hermoso que se vive en esas edades, qué decir de la ilusión que significa asistir día a día a las escuelas para convivir con sus semejantes.
Si regresamos a clases después de vacaciones de Semana Santa o en agosto de este año es lo de menos, lo importante es que las lecciones dejadas por esta pandemia sirvan de base para hacer una mejor escuela en donde niños, niñas, adolescentes y docentes se llenen de ilusiones y vean en la escuela el espacio ideal para aprender, así como desarrollar todas sus potencialidades y con ello recuperar lo que el confinamiento les robó.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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