La herencia de Delfina

Jaime Navarro Saras*

No hay peor acción en la vida de las instituciones que una administración deje encargos, pendientes o actividades y después se retire del lugar, principalmente porque quienes realizan o dirigen las propuestas son quienes tiene un panorama general de lo que son y hacia dónde van las cosas.
Eso fue exactamente lo que hizo Delfina Gómez, dejó planchado y publicado el Plan de estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria, donde su rúbrica está plasmada con fecha del 14 de agosto de 2022, renuncia un día después, el 15 y el Acuerdo entra en vigor al día siguiente, el 16 de agosto.
Por desgracia ese tipo de acciones tienen un nombre, se llama falta de seriedad y compromiso, a menos (¡claro!) que la nueva secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez, haya estado enterada, informada y notificada de todo lo que se hacía en la SEP o (de plano) se le haya actualizado a inmersión y sin dormir desde el día que fue nombrada, ya que Delfina (como se ha visto desde el 16 de agosto a la fecha en que se supone dejó el cargo) ha estado acompañando a Leticia a cuanto evento realizan tanto en las oficinas de la SEP como fuera de ésta.
Este tipo de críticas también se le imprimieron a la reforma educativa de Enrique Peña Nieto (gracias al periodismo independiente), ya que muchas de las acciones estaban previstas para llevarse a cabo una vez que dejara el encargo (después del 30 de noviembre de 2018), que de hecho se desarrollaron sin dificultad durante el ciclo escolar 2018-2019 y los ciclos subsecuentes, a casi 4 años de haberse extinguido el gobierno peñista ya sabemos en qué terminó dicha reforma, la cual tenía en el centro la evaluación y del INEE (quien se encargaba de esta tarea) no queda nada, lo mismo sucederá con esta reforma si es que no gana la elección presidencial el partido que ostenta el poder, y de hecho habrá cambios aunque gane, ya que para entonces llegarán otras personajes y otros equipos que intentarán imprimir su estilo y su forma de hacer las cosas en esta tarea compleja de educar.
Como en cada reforma educativa que se emprende hay incertidumbre, desinformación y exceso de crítica no informada, sabemos de entrada (gracias al Boletín 199 de la SEP) que en el mes de octubre se iniciará con una prueba piloto en 960 escuelas públicas del país (30 planteles por entidad federativa en promedio) en los primeros grados de preescolar, primaria y secundaria, no sin antes (en el mes de septiembre) obtendrán un diagnóstico de cada grupo, se fortalecerán los aprendizajes y se iniciará un proceso informativo para quienes formen parte del pilotaje y no será, sino hasta el ciclo escolar 2023-2024 (justo cuando termina el sexenio) en que se aplicarán los nuevos Planes de estudio a estudiantes de primer grado de preescolar, primaria y secundaria.
Sabemos también (a decir del Acuerdo 12/08/22) que estos Planes no fueron construidos de manera unilateral, sino que los 32 secretarios de educación de los estados aportaron ideas, también las 15 mil 324 personas de pueblos indígenas y afromexicanos de todo el país; el magisterio nacional en 128 documentos emanados de distintas mesas de trabajo y las 90 mil aportaciones en el formularios Google; además de niños, niñas, adolescentes y padres de familia, 100 miembros de la comunidad académica, de investigación y especialistas en educación; diversas organizaciones de la sociedad civil, instituciones como el Conacyt, las universidades públicas, la UPN, las escuelas Normales, MEJOREDU; adicional a ello los diversos foros realizados en la educación superior, es decir, participaron o están reflejadas las propuestas e ideas de todos los que tienen que ver directa o indirectamente con la educación y claro, a decir del documento.
Qué les queda hacer entonces a quienes se encargan de llevar a la práctica los Planes de estudio de aquí al ciclo escolar 2023-2024 en que se aplicarán en las escuelas, es decir a docentes, estudiantes, padres de familia y directivos, comparto una serie de ideas y propuestas para la reflexión y construcción de ideas teóricas y prácticas con el ánimo de que todo vaya bien con este nuevo intento de reforma educativa:

• Leer, analizar y criticar los documentos que le dan sustento a los nuevos Planes de estudio (hay por delante 12 meses antes que entren en vigor los nuevos planes, por lo tanto, hay tiempo).
• Hacer un análisis comparativo entre los Planes vigentes y las novedades de los que entrarán en vigor en octubre de 2022 como prueba piloto y de manera general en agosto de 2023 a los primeros grados de preescolar, primaria y secundaria.
• Realizar mesas de análisis en las escuelas y en cuantos espacios se convoquen fuera de éstas y, de ser necesario, escribir y publicar dichas reflexiones.
• Para quienes estudian algún posgrado o especialidad el tema de la nueva reforma y la anterior o la transición de una a la otra, así como los procesos educativos generados en las aulas, antes, durante o después de una u otra reforma son temas potentes para realizar una tesis para titulación.
• Participar con propuestas para mejorar o, en su defecto, eliminar algunos planteamientos de las nuevos Planes y dejar a un lado las críticas desinformadas que no ayudan mucho para hacer las cosas.

En fin, ideas hay y habrá de sobra durante los siguientes doce meses antes de que lleguemos al ciclo escolar 2023-2024 y ver qué tanto de los contenidos de los nuevos Planes de estudio logran impactar en las prácticas docentes. Lo cierto es que Delfina Gómez lo verá (si es que hay el impacto deseado de los Planes desde atrás del escenario, ya sea como la flamante gobernadora que sacó al PRI del Estado de México después de casi 100 años en el poder o, en su defecto, desde su curul como Senadora o como coordinadora de la campaña para la elección presidencial 2024-2030).
Veamos pues que nos depara el futuro inmediato y qué tanto de la nueva reforma a los Planes de estudio logra trascender más allá de este sexenio al que, por cierto, le quedan poco más de dos años para culminar.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com