La falta y el aprendizaje significativo

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Hay una discusión en torno a señalar y establecer de quien depende que un aprendizaje sea significativo: ¿depende del docente?, ¿de los que propusieron un programa de estudios?, ¿del entorno social?, ¿o depende de la decisión de las y los alumnos? Aunque soy partidario de la última opción, hay una situación que me hace pensar que existe un factor que determina con mayor impacto la significatividad de un aprendizaje: me refiero a la sensación de falta.
Esta sensación de pérdida proviene básicamente de dos fuentes: de ya no tener algo que antes formaba parte de la vida de uno o de aquello que no se tiene y que uno considera debería tener. En ambas situaciones hay una falta y es precisamente esta falta, cercana a la idea que tiene el Psicoanálisis sobre el concepto, la que hace mover a las personas.
Cuando se pierde algo o alguien que ya no se puede volver a recuperar hay, comúnmente, dos opciones: o la persona se estanca y se pierde en el dolor o aprende a vivir con el sufrimiento, pero sigue adelante. En el caso de la falta por lo que no se tiene, comúnmente, o se resigna a no conseguirlo nunca y se pierde el interés por esforzarse o bien, en sentido contrario, habrá un plus, un empeño por conseguirlo.
De esta manera, enfocándome nuevamente en lo significativo del aprendizaje, ¿qué pasaría en la vida de alguien que pierde a una persona de la que depende totalmente? Tendría que aprender, por necesidad, a valerse por sí mismo. Esta idea también es congruente con la visión piagetiana que establece que es el conflicto lo que posibilita el aprendizaje; así, si un estudiante no siente el menor conflicto por lo cómodo o fácil que considera su vida, no siente la necesidad de esforzarse porque no está en falta. Pero si toma conciencia que su vida, su futuro, dependen totalmente de él o ella, estará en la necesidad de esforzarse, porque advierte el conflicto de que no podrá depender siempre de alguien más. Pasa igual con aquellos y aquellas que desean conseguir algo que no tienen, como mejores condiciones de vida o salir de la pobreza; esta falta lleva a muchos y muchas infantes y adolescentes a esforzarse en la escuela, dado que ven en ella la única vía posible de aspirar a una vida mejor.
Es por lo previamente escrito que opto por señalar que el aprendizaje es significativo sólo si el estudiante así lo desea y, en muchas ocasiones, ese deseo proviene básicamente de la falta: ¿están en falta infantes y adolescentes que reciben todo en casa sin esfuerzo?. ¿están en falta aquellos que heredarán estabilidad y un patrimonio?. ¿están en falta aquellos y aquellas que no tienen conciencia de su vida futura o del esfuerzo que realizan su padre y/o madre?, ¿están en falta aquellos que consideran que una materia específica no les sirve para nada? Pero también debo ser justo y tener claro que una cantidad significativa de estudiantes ha perdido la ilusión de conseguir un futuro mejor a través de la escuela, porque la realidad así se los ha mostrado con el ejemplo de alguien más; la pandemia también ha propiciado depresión en muchas personas, por lo que aprender en la escuela ha pasado a segundo plano, no necesariamente por desinterés, sino por anteponer prioridades de orden vital; otros y otras más tendrán motivaciones particulares obviamente.
Cada aspecto señalado pone de relieve que son las decisiones o situaciones importantes, para los y las estudiantes, las que determinan su deseo por aprender. La falta y el aprendizaje significativo tienen correlación en muchos casos; obviamente no es el único factor, pero valdría la pena tenerlo presente ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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