La evitabilidad de la falla del otro

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

No es en todas las personas, pero en algunas se observa esta tendencia a ser testigos de una situación en la que vemos a alguien que está cometiendo o puede cometer un error o falla y no se le avisa o no se le dice nada, para poder restregarle, echarle en cara su equivocación.
Pareciera que hubiera en ello un cierto placer morboso o sádico por ver las fallas de alguien más. Se puede llegar incluso hasta el punto del absurdo en esta situación. Me explico, trataré de ser lo bastante descriptivo para que quede claro mi punto: hay ocasiones en las que va alguien caminando por la calle y mira que metros adelante viene alguien distraído en sentido contrario, que de mantener ese mismo camino chocará con ellos; pese a ya haber advertido está situación y tener claro que basta con quitarse para evitar el choque, hay gente que se enoja con la persona distraída y se espera a que choquen para poder gritarle “fíjate” o increparlo con preguntas nada sutiles como “¿qué no ves?, o ¿por qué no te fijas?”; se pudo evitar la situación, pero uno decidió que pasara: uno decide chocar de hecho. Algo similar pasa en las avenidas de varios carriles, cuando alguien va en un carril al lado de nosotros y de repente se mete imprudentemente a nuestro carril lo que nos obliga a librar un choque mediante una maniobra, tipo paréntesis. Si otro auto iba en el carril de al lado un poco atrás y pudo advertir y prevenir nuestro movimiento, en el que se invade también su carril por un momento, bastaría con disminuir la velocidad o frenar y todos seguirían su camino, pero no, muchos se enojan y empiezan a pitar o se emparejan para reclamar y gritar a uno por la imprudencia. Si la persona que viene atrás tiene todo el panorama, está en sus manos detener, contener o al menos no agrandar el problema. Pero a veces no lo hacemos.
¿No sabíamos todos que el DT de la selección iba a errar, fallar en el mundial? Sí, pero nadie lo detuvo y ahora todos lo increpan y le señalan su falla. ¿No hemos advertido todos que cierto modelo educativo no va a funcionar o que algunos estudiantes, docentes o directivos se iban o van a equivocar, pero los dejamos hacerlo para decir después un clásico “te lo dije” o “ya lo sabía”? Igual se aplica con la familia, las parejas o conocidos.
Los motivos para hacer esto pueden ser muchos: una idea de superioridad, un placer sádico, ver fallar al otro, desquite, en fin, varios, pero siempre la mejor opción será detener a la persona o a la situación y así se evitarán lamentaciones, enojos, reclamos, frustraciones, molestias y muchos otros sentires. La evitabilidad de la falla del otro puede estar muchas veces en nuestras manos ¿qué hacemos ante ello? Les dejo aquí la reflexión.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar