La educación en Jalisco un campo lleno de tensiones

Andrea Ramírez Barajas*

La educación es, desde su génesis y naturaleza, un campo lleno de tensiones, debido a la complejidad y a lo controversial de pensar y actuar la educación en la esfera pública. Siempre encontraremos propuestas y posturas encontradas en su seno.
Dentro de dichas tensiones, están las pugnas propias por el poder, incluso al interior de un mismo partido político. Bajo este contexto, tanto AMLO como Enrique Alfaro, son personajes políticos de trayectoria y estilos caudillescos: ellos dicen, ellos ordenan, ellos convocan, ellos mandan y a veces ellos obedecen. Ambos tienen un estilo afín marcado en su persona, los colaboradores y equipos de trabajo sólo son una extensión de sus caprichos políticos.
Así las cosas para el caso Jalisco, Enrique Alfaro no ha dado a conocer aún quien estará al frente de la Secretaria de Educación Jalisco (SEJ); cabe decir que la SEJ sola administra más de la mitad de todo lo que el gobierno de Jalisco gasta anualmente. Además, estar al frente de la SEJ está asociado en automático a proyección y escaparate político.
De los pocos nombres que se han dado a conocer para ocupar dicho cargo (nada es oficial todo corre en chismes que circulan en las llamadas redes sociales), aparece una constante dual: a) son políticos de carrera y b) desconocen desde adentro el sistema educativo estatal.
El Sistema Educativo Estatal (SEE), no es una calca al carbón del Sistema ducativo Nacional (SEN), tiene sus distinciones, sus especificidades. Una de dichas diferencias, es que en Jalisco hay un mayor margen para la corrupción y existe un mayor descuido y desatención en el abordaje y seguimiento de los temas prioritarios (de la agenda pública propiamente educativa).
Sin embargo, la decisión de nombrar al próximo titular de la SEJ no se tomará sobre la base, del mejor perfil y la mejor trayectoria académica. No, la decisión se tomará sobre la base de la lealtad y los acuerdos que beneficien en primer término, al señor gobernador antes que a nadie (incluyendo la sociedad en su conjunto).
De esta manera, podríamos hablar de los rasgos ideales y del perfil del próximo secretario de educación. Dichos rasgos serían los siguientes: que sea un académico en primer lugar y con una buena trayectoria institucional, que sepa gestionar, delegar atribuciones, trabajar en equipo, que acepte sugerencias y críticas de sus coladores más cercanos, que se deje ayudar, pero que también sea enérgico en las posiciones y no se deje manipular por las distintas agencias (SNTE, grupos políticos, Mexicanos primero, etcétera). Dicha persona no existe, no lo podemos encontrar por ningún lado, los gobiernos estatales han preferido a las operadores políticos antes que a los académicos, a estos últimos se les deja para posiciones secundarias o terciarias. No siempre un buen académico se traduce en un buen político (cuando pasa a ocupar cargos de la administración pública), pero casi nunca los buenos políticos se traducen en buenos académicos. ¿A quién elegir?, ese es el dilema, si es que éste existe. Tal vez el personaje central ya haya sido elegido, ahora se trata de aderezarle algunas fortalezas, que logre desmarcarse del pasado inmediato y que sea capaz de brindar seguridad y certeza a los tiempos que vienen, sobre todo por el control del presupuesto a través de los delegados propuestos por AMLO.
Así de complejo es el asunto, los columnistas y colaboradores de este espacio virtual estamos esperando ser consultados o, cualquier tipo de encomienda para aportarle elementos a esta administración educativa estatal democrática y refundadora. Esperemos los próximos anuncios y los compromisos a que están dispuestos para mejorar la educación en nuestra entidad.

*Doctora en educación y consultora independiente. andrearamirez1970@hotmail.com