La docencia en tiempos de cólera

 In Luis Christian Velázquez Magallanes

Luis Christian Velázquez Magallanes*

Gabriel García Márquez publicó en 1985 la novela “El amor en tiempos de cólera”. La historia habla, y quizá pueda considerarse como la tropicalización del drama shakespereano “Romeo y Julieta”, del romance entre Florentino Ariza y Fermina Daza y la imposibilidad de vivir su inmenso amor.
La trama cuenta cómo pasaron más de cincuenta años para que Fermina y Florentino pudieran estar juntos. El principal obstáculo se encontraba en la oposición del padre de Fermina por considerar que Florentino no contaba, ni con la solvencia ni con la proyección, para darle lo necesario a su hija.
La literatura del realismo mágico construye imágenes con un alto sentido metafórico. La imagen de la Cólera, por ejemplo, a partir de las características específicas del estado emocional asociadas con el enojo, así como los síntomas de la enfermedad como tal, posibilitan a García Márquez la construcción de un símbolo vital para el desarrollo de la novela.
La cólera se convierte en un arquetipo que permite entretejer y comprender el desarrollo de los personajes en la historia. Por una parte, la cólera se manifiesta como una enfermedad que azota al poblado de Cartagena de Indias en Colombia y también permite comprender el sufrimiento, el dolor y la fragilidad de la vida.
Además de la cólera como enfermedad, Márquez, al imprimirle un sentido metafórico, puede explicar cómo los personajes se dejan llevar por sus pasiones desenfrenadas. La cólera, luego entonces, explica los impulsos irracionales que consumen y apasionan a los individuos.
Las relaciones sociales contemporáneas están llenas de la cólera descrita por el novelista colombiano. Existe una peligrosa tendencia a resolver los conflictos mediante la violencia. La normalización del odio e ira ha llegado a niveles tan inusitados que profesiones y prácticas que antaño eran sinónimo de respeto y admiración, en este momento, han concentrado el enojo de los ciudadanos.
Una parte de esta cólera social la podemos encontrar en los juicios sumarios hacia los docentes. La figura del maestro ha perdido su valor de respeto, admiración y ardua labor para convertirse en sinónimo de holgazanería, dejadez y poco profesionalismo. ¿Por qué permitimos que el maestro se convirtiera en un meme?
En el presente año, tres casos han conmocionado al magisterio. El primero, el caso de la maestra Tere, donde, a pesar de tener justificaciones médicas, la docente fue acusada de maltratar a sus alumnos. La denuncia provocó la aprehensión y un proceso legal largo y arduo.
En el segundo caso, lo encontramos en una denuncia hecha por un padre de familia hacia el secretario de Educación Jalisco. Este suceso se llevó en completa secrecía y las autoridades educativas hicieron todo lo posible para cuidar las formas, evitando, a toda costa, denostar la imagen de la autoridad educativa jalisciense.
El tercer caso es el del Maestro Esteban. El evento debe representar un verdadero paradigma. La trágica y dolorosa muerte de un menor pone en tela de juicio qué es lo que se debe hacer y qué no durante las denominadas emergencias escolares.
El maestro Esteban, según todos los elementos que se han presentado, presumiblemente cumplió con su labor, pero los hechos se tornaron en una verdadera pesadilla. Los padres, conmocionados por su lamentable pérdida, han señalado que su hijo padecía el maltrato sistemático por varios compañeros y, a pesar de diversas quejas presentadas, las autoridades educativas no resolvieron el asunto.
Los eventos descritos tienen una constante: la cólera. En el caso de la maestra Tere, observamos a diversos padres de familia encolerizados exigiendo justicia por el supuesto maltrato sufrido por sus hijos. Para después observar diversas muestras de apoyo hacia la docente, hablando de su rectitud, honorabilidad y ética en su desempeño. Entonces, ¿qué elementos propiciaron que el caso escalara a tal magnitud, dañando emocional, psicológica y económicamente a la maestra?
El segundo caso presentó cuestionamientos coléricos en donde se cuestionaba si, también como en los docentes de portafolio y gises, se aplicaría al secretario lo establecido en los cuestionados protocolos de actuación. Los señalamientos, por lo menos en la hermana república de Jalisco, generaron la promesa de las secciones sindicales y de las autoridades educativas de diseñar mesas de análisis y revisión de los mencionados lineamientos de actuación. Se dice que se harán con mayor conciencia y con el espíritu de cuidar al maestro.
El último caso, indudablemente, representa la continuación de un reclamo colérico de los docentes por sentirse vulnerables ante las denuncias a las que pueden ser objeto. El magisterio se siente vulnerable ante la cólera social y por las formas en cómo se deben enfrentar los procesos en donde pueden ser denunciados. En los casos expuestos, pareciera que los hechos no corresponden con las denuncias porque en las investigaciones se encuentran elementos de odio o intenciones ajenas en donde se busca perjudicar o dañar a personas específicas o librar de acusaciones a los verdaderos responsables del problema.
Porque, la verdad sea cierta, ¿cómo podemos hablar o siquiera trazar protocolos de actuación para las emergencias en las escuelas, cuando en la mayoría de los inmuebles educativos públicos no se cumple con los requisitos establecidos para los inmuebles escolares, según Protección Civil?

*Licenciado en Filosofía. Profesor en la Escuela Secundaria General 59 “Francisco Márquez” de la SEJ. chris-brick@hotmail.com

Comments
  • Jose Luis Figueroa
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    ¡Un artículo lúcido y necesario! Brillante la analogía con García Márquez para exponer la vulnerabilidad docente frente a la “cólera” social injusta. Un llamado urgente a valorar a los maestros, revisar protocolos con empatía y exigir condiciones dignas en las escuelas. Da esperanza ver estas reflexiones tan bien articuladas.

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