La cultura de aislamiento y urgencia

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Está todo listo para el encuentro entre escuelas este viernes 20 de diciembre. Hay guías, hay organización. Hay aislamiento de Jalisco en el entorno nacional de la Nueva Escuela Mexicana. Hay cultura de trabajo de un magisterio de los niveles de educación básica en espera de liderazgo.
¿Qué tanto las llamadas formas de actualización en cascada son diferentes a lo ya transitado y que ha demostrado escaso impacto en la calidad con equidad?, ¿qué cosas se refundan-redundan, que cosas son nuevas-recicladas en la vida de las escuelas?, ¿en el discurso de los diseñadores del camino y del punto de llegada para 2040?
En la sesión 3 del Consejo Técnico Escolar ojalá se potencien las buenas cosas, aunque el tiempo se ha limitado a escasas dos horas de presentación y de diálogo interactivo.
La propuesta es presentar las experiencias con la mediación del video o la práctica docente in situ en diez minutos y otros tanto para conversatorios o análisis. El tiempo es muy poco, el decir de los profesores puede ser muy rico.
En la cultura de trabajo docente independientemente de nivel educativo hay mucho por aprender en materia de escuchar al otro, ojalá que la palabra, la exposición y la imagen sean vehículos de contenidos relevantes, aunque la libertad del docente en los Consejos Técnicos sea un auditorio excesivamente acotado dada la obsesión de la autoridad educativa por proponerlo y regirlo todo.
Las escuelas secundarias se constituyen en centros de recepción de los colegas educadores y educadoras de educación preescolar y primaria.
Se pretende que haya diálogo interniveles en materia de experiencias exitosas de inclusión.
La escuela inclusiva como enfoque aún está por asimilarse por los colectivos docentes y directivos. Decir las cosas en cursillos breves y apresurados no es suficiente, tampoco es suficiente con garabatear el tema con un glosario de conceptos en la guía denominada “Una comunidad de aprendizaje inclusiva”.
Llevará tiempo cruzar el puente hacia la escuela inclusiva desde la ribera donde nos encontramos.
El tipo de escuela primaria que hemos construido en poco más de un siglo tiene sintomatología reumática en algunas de sus ideas y prácticas.
El tipo de educación secundaria de alrededor de tres cuartos de siglo que se ha construido con un modelo de gestión administrativa de tiempos y movimientos proveniente de la administración científica padece signos de disfunción aliados.
La clase de educación secundaria que deviene en un paradigma de grupos escolares de educación masiva y despersonalizada con obsesión por obesas mallas curriculares que saturan de contenido, también tiene sintomatología que requiere de intervención.
La escuela secundaria es una institución importadora de ideas pedagógicas no siempre operativas para formar la inteligencia y no siempre respondente al contexto del educando.
El tipo ideal de un jardín de infantes no existe. Lo esperaríamos, por ser un nivel de menor edad, lo evidente es que se ha perdido muy rápido su frescura y su gestión pedagógica ha tenido todo tipo de accidentes, todo tipo de tanteos. Baste una mirada rápida a los perfiles de formación de las educadoras y asumir naufragios metodológicos en aguas mansas pseudoconstructivistas.
Baste ver el perfil desperfilado de la academia de las cinco últimas direcciones generales aun en la parte alta de su reforma que implicó su obligatoriedad.
Análisis aparte merecerían los servicios complementarios en educación básica como los servicios de educación especial en sus distintos cortes históricos y prácticas desde los ochentas o los servicios de educación física y educación indígena que tienen una estructura de servicio traslapado y cuyo nivel de impacto y eficiencia real desconocemos.
Reunirse puede ser prometedor pero no garantiza aprendizajes colaborativos. Reunirse puede aportar identificación de quienes hacemos educación en un espacio geográfico compartido, en una región, pero no mucho más allá de eso.
Parafraseando el texto de como Gertrudis enseña a sus hijos de Juan Enrique Pestalozzi, será muy difícil aprender a mejorar el hacer propio enterándonos de lo que hace el otro por mucha otredad churrigueresca que proponga Recrea.
El proceso de aprender e innovar del docente es lento y mucha más lenta es la transformación de su práctica.
Dos horitas de intercambio de experiencias en una mañana o tarde de últimos minutos prevacacionales no hará la diferencia en la perspectiva del cambio deseable, eso es previsible.
Ojalá que el aprendizaje entre escuelas previsto en Jalisco para el viernes 20 de diciembre no sea una pérdida de tiempo cuando hay tantos asuntos por revisar en colectivo escolar en materia de mejora del aprendizaje y tendido de redes y estrategias inclusivas.
Escuchar no es dialogar. Escuchar no es aprender. Escuchar es imposible mediante la ejecución de una orden central que no ha construido en un año el liderazgo académico necesario.
Hay muchas prácticas educativas recuperables en los niveles educativos y en las distintas regiones del estado, algunas tal vez muy valiosas, pero el enfoque no es el esperado, tal vez la respuesta que veremos sea el silencio solidario, mientras hace voz en condición de stress el expositor elegido para salvar la ocasión.
No está clara la dirección y sobre todo no hay claridad acerca de donde quedó armonización entre la política educativa nacional y lo que pretende ser la alternativa a nivel estatal que plantea una noción de tiempo de largo plazo para materializar el cambio y la innovación.
No hay coherencia interna ni secuencia y articulación en las denominadas guías estatales para el Consejo Técnico Escolar.
Baste un pequeño ejercicio de análisis de contenido con la metodología sociológica de Madeleine Grawitz o análisis de coherencia con metodologías de sistematización de la enseñanza concurrente a las técnicas de Morganov-Heredia o Le Xuan, para corroborar la ausencia de integración de los materiales, la ausencia de coherencia, si les seguimos la pista desde el inicio del ciclo escolar.
La visión administrativa de una Coordinación de Educación Básica en administraciones anteriores, desde la gestión de Efraín González Luna y de una Subsecretaría de Educación Básica en la política de gobierno actual es eso: una visión administrativa de gente que ha bautizado ello como reingeniería y es obvio que la figura creada no empata con la operación de los servicios educativos en los niveles de escuela, zona escolar sector, del proyecto educativo de una región.
Los tres niveles educativos son muy distintos y no tienen una cultura de trabajo colaborativo.
A veces comparten contexto y mismas familias pero los tramos de edad de los educandos son definitorios del tipo de prácticas que se construyen.
Los colectivos de profesores y directivos han seguido lógicas de integración de equipos laborales asincrónicas y con formaciones diferenciadas. Mientras en preescolar y primaria predominan los antecedentes profesionales normalistas, en secundaria el perfil normalista es una excepción y tiene años coexistiendo con los perfiles de distintas carreras universitarias; a guisa de ejemplo, están los proyectos de educación telesecundaria y educación secundaria técnica.
Otra variable muy importante, un tercio de los docentes y directivos de educación básica de los que tienen menos de diez años en la función requieren acompañamiento, requieren formación.
Paradójicamente algunos son expositores y diseñadores de la actualización emergente vehiculizada en guías.
Ellos son nuevos en actitud pero el conocimiento de los oficios de dirigir, supervisar y enseñar no se consolidan por esta vía, ni tampoco con la aparición en una lista de prelación, ni acreditando exámenes llenando bolitas.
Reunir a tan desiguales participantes, de orígenes distintos para acceder a la función puede llegar solo a eso: a una reunión sin mayor logro de objetivos comunes, porque obedecen a culturas de entrada distintas, a líneas de autoridad, a expectativas distintas.
Se le apuesta a que el aprendizaje entre escuelas es posible pero ni siquiera hay evidencia de evaluación de lo que se produjo con la experiencia anterior de aprendizaje entre escuelas, en una misma zona escolar de nivel y modalidad.
La variante será ahora el encuentro entre niveles y suena sugerente, pero tal vez no pase de un encuentro de sujetos que son reunidos como acto de autoridad y por indicación, pero no porque los procesos de desarrollo del grupo de trabajo o de su Programa Escolar de Mejora Continua así lo demanden.
Mientras el magisterio prepara sus maletas vacacionales e imagina en el horizonte lejano una comunidad de aprendizaje inclusiva, tal vez observemos en los maestros anclados en las butacas de adolescentes, que el encuentro entre escuelas no significa comprender ni intervenir el aislamiento y la urgencia en la que devienen los proyectos de los niveles educativos de la educación básica.
Tal vez también una de las lecciones para el sistema educativo de la CdMx Centro Histórico o para el sistema educativo de la zona metropolitana de Guadalajara sea hacer diálogo inclusivo con la realidad nacional y comprender el aislamiento y la urgencia en la que deviene el oficio de educar en las aulas.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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