La confianza como pedagogía

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Hace unos días acudí a la Fiscalía General del Estado para levantar una denuncia por el robo de un medidor del agua, trámite obligado por el Siapa para que se reponga el servicio con otro medidor, en la plática que tuve con la persona que hizo el papeleo me comentó que el robo de medidores del agua es de lo más común y le pregunté que cuántos recuperaban, su respuesta fue tajante: ¡ninguno!
Posteriormente le pregunté que si tenían alguna área en dónde dejar objetos extraviados, ya que la Fiscalía tendría que ser una institución no sólo para levantar denuncias, sino también para recoger o informar sobre dichos objetos, su respuesta fue de que la Fiscalía no cuenta con dicho espacio y tampoco existe una base de datos que informe o dé pistas para recuperar objetos extraviados.
Sabemos que los hechos educan más que cualquier otra cosa y en el caso de las prácticas de la procuración de la justicia en México nos han mostrado enseñanzas hacia la desconfianza, no estamos acostumbrados a confiar en las instituciones, ya que cuando nos encontramos algún objeto en la calle, el parque, el centro comercial, el transporte público o en cualquier otro lugar, por lo regular, el interés para que el objeto regrese a su dueño corre a cargo de quien o quienes lo encuentren.
Lamentablemente, y aunque suene cruel, la educación de la confianza debe ser una tarea impostergable no sólo para las escuelas y las familias, sino, principalmente de las instituciones públicas. Por desgracia, la sombra de la corrupción ha llevado a las personas a no confiar en nada ni en nadie y eso, por más que deseemos ser un país civilizado y de valores, ello no podrá ser posible mientras no eduquemos en la confianza.
Cuando logremos confiar en las instituciones y en las personas, ese día seremos un país diferente al que somos actualmente ya que, pareciera ser, que somos dos países gracias a la polarización política en que vivimos y eso, por desgracia, no ayuda mucho.
También sabemos que la mayoría de las instituciones que procuran justicia no cuentan con la confianza de la población, sobre todo porque procuran todo menos justicia, ya que la lógica de la justicia en México está mediada por el dinero y la compra de favores rompe con el principio de la confianza, muestras de ello hay por montones, de pronto se conocen casos en donde X o Y personaje recibe penas severas por haber robado productos con valor de unos cuantos cientos de pesos y, en cambio, otros que robaron millones de pesos o cometen homicidios no logran pisar la cárcel o en su defecto reciben penas mínimas que pueden solventarlas pagando fianzas poco significativas.
La pedagogía de la confianza es y deberá ser una tarea siempre pendiente para todos, principalmente para las instituciones públicas y privadas que atienden personas, ya bien sean escuelas, hospitales, oficinas de gobierno, centros comerciales, etcétera. Tarea muy necesaria, sobre todo, ahora que se han disparado los índices de robo, homicidios y demás fenómenos indeseables gracias a situaciones que ha detonado la pandemia y los efectos colaterales como el desempleo y la carencia de recursos económicos de la población.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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