La autoproclamación y la negación de algo de sí

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Algunas personas dicen que siempre es bueno que uno esté consciente de sus fortalezas y virtudes, para que podamos hacer un uso adecuado y funcional de ellas en nuestro beneficio, lo cual resultó en cierta medida lógico y pertinente. No obstante, es una realidad que en ocasiones personas, grupos, colectivos, instituciones o estados, entendidos como entes únicos con características particulares, asumen y enfatizan cosas de sí, reales o imaginarias, que evidencian esa idea de sí que se detenta como principal rasgo e, incluso, que permite autoproclamarse de una forma triunfal por encima cualitativamente de otras entidades de naturaleza similar.
Considerarse el mejor papá, el mejor docente o supervisor, la mejor pareja, el mejor empleado, la mejor Universidad, el mejor jefe, el mejor presidente, la nación más poderosa, la mejor religión, el mejor equipo, el mejor partido, la mejor opción, por referir algunas de las posibilidades de autoproclamación, pudiera tener bases o elementos en los cuales se sustenta esta percepción, pero, aquí es inevitable y necesario, además, contar con la percepción y opinión de otro.
La mayoría de las personas tendemos a hacer juicios benevolentes en torno a uno mismo, por la bondad básica que nos caracteriza diría el psicólogo humanista Carl Rogers, lo que lleva, consciente o inconscientemente a ocultar o negar rasgos o conductas presentes pero que empañan la imagen de sí construida y es aquí donde el otro, a manera de espejo o como juez emite también su dictamen: ser el mejor padre-madre, el-la mejor estudiante o docente, jefe o cualquier otro rol social no es algo que se determine desde la autorreferencia, sino que proviene directamente del otro que forma parte de ese rol en contexto. Son los hijos quienes pueden hablar de tener a la mejor madre o padre, así como los estudiantes que señalarán al mejor docente o viceversa.
En el caso de grupos o colectividades unificadas, como una abstracción concretada, el juicio y calificativo viene desde una individualidad o varias, por lo que hay más jueces por la obvia dimensión social: las naciones asumidas como las salvadoras de la libertad y la democracia, como Estados Unidos y algunas naciones europeas, tendrían que escuchar el juicio de las naciones que han saqueado o colonizado. El slogan de varios partidos políticos de “somos tu mejor opción” se lee o escucha ajeno y distante para los sectores olvidados por ellos; la mejor Universidad se mide ¿por los logros de sus egresados o por su impacto en el mundo social? si los hay. Y así podemos seguir identificando las partes negadas de aquellos que se autoproclaman de alguna forma específica.
Asumirse y significarse como el mejor en algo no es malo, al contrario, puede generar identidad y autoestima alta, pero siempre será necesario reconocer aquello que aún es necesario trabajar y mejorar. Esconder, matizar, excusar o negar algo de sí pudiera parecer algo cínico, por eso, como sugerencia, antes de autoproclamarnos de alguna manera, es conveniente escuchar la versión del otro: puede ser duro aceptarlo y rompernos la idea que tenemos sobre nosotros mismos, pero si queremos ser reconocidos, es preciso entonces que el otro nos reconozca tal cual nos ve y significa. Autoproclamarse es fácil, aceptar que no somos lo que creemos y/o aceptar algo en nosotros que no dispone de la aceptación o agrado de los demás no lo es tanto. Dejo hasta aquí esta interesante reflexión ¿o acaso no lo es? Por favor, sean benevolentes.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar