Incertidumbre, tarea educativa

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Acontecimientos en la vida pública se producen todos los días. No hay modo siquiera de tomar conocimientos de todos ellos. De ahí la tendencia a poner la mirada en los más publicitados y en aquellos cuya índole amenaza nuestra cotidianidad.. Por otra parte, con frecuencia, posterior a la sorpresa inicial de algunos hechos inesperados decimos “no pasa nada, no tiene importancia” o “qué barbaridad; ahora qué vamos a hacer”.
Estos hechos, sucesos y sus consecuencias, leves o graves, nos dejan ver cómo nuestra vida está sumergida en la incertidumbre. También, cómo estamos poco preparados para esa incertidumbre, ante la cual nos acomodamos según nos afecte. Si se murió de forma inesperada una persona muy querida, nuestro mundo emocional se trastoca y, en ocasiones, vivimos unos días o hasta semanas o meses afectados por esa “revolución” emocional y sus consecuencias en la vida diaria. Por otra parte, si sucede algo inesperado y a la vez ya acostumbrado, la reacción empieza y termina con un “qué barbaridad”. Las emociones ni siquiera aparecen. La costumbre “amansa” nuestras neuronas.
Estos sucesos nos indican la distancia entre la educación, formal, familiar o cotidiana, y la incertidumbre. Ante ocho (o uno o quince) desaparecidos ayer (o antes de ayer) sólo decimos “qué barbaridad, que autoridad ineficaz tenemos, qué hace el gobierno, sabe dios en qué andaban esas” y otros comentarios similares. La certeza de lo incierto (nadie sabrá cómo desaparecieron y porqué) nos impide la reflexión sobre la esencia del hecho: se cometió un crimen contra las personas. Se burlaron todas las previsiones legales que lo impide en principio. Se hizo trizas la dignidad humana de esas personas. Y sí, ¡qué barbaridad!, nuestra pésima educación para emocionarnos con tales violaciones, pues las envolvemos en la costumbre, esa credencial de “no importa”.
Lo incierto es molesto, muy molesto. Por eso lo eliminamos con hipótesis y juicios temerarios. Visto con profundidad, esa temeridad es fuente de violencia. Tanta violencia se actúa con un secuestro y posterior asesinato, como la salida muy fácil del “qué barbaridad”. Los sucesos violentos, las imposiciones del gobierno, la intransigencia de la autoridad, la tolerancia extrema de la desigualdad social y económica, y más… ha producido una atmosfera de incertidumbre frente a la cual hemos de educarnos, es entender lo que experimentamos, significar su sentido y tomar juicio de su verdad o no, para valorar y decidir nuestras acciones ante esos hechos.
La incertidumbre se volvió la enemiga número uno cuando la ciencia, siglo XIX, nos prometió las certezas para todo. Era cuestión de tiempo y de darle espacio (y dinero) a los científicos para resolver cualquier duda o pregunta de la humanidad. Desde luego, la ciencia nos ha respondido millares de dudas sobre la salud, el universo, la tierra, la vida humana y otras muchas áreas.
Al mismo tiempo, nos ha abierto muchas más preguntas. Ya sabemos que tal dolor se debe a un cáncer… pero, ¿por qué a esta persona le dio cáncer? Quién sabe. Certeza causa de Incertidumbre. ¿Qué estamos haciendo para educarnos frente a la incertidumbre?

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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