Fuegos textuales

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

En época de pirotecnia informativa y editoriales fatuas, se erige el lenguaje con una victoria modestamente contundente. Donde la simpatía se asume bajo la fiereza de los adjetivos, las convicciones resultan experiencias humanas momentáneas, justificadas por la piedad de la conversación a distancia: el que dice y el que escucha son cómplices de una misma carencia, la verdad.
Como punto de partida y de llegada, la verdad debiera ser la única razón informativa. El círculo mediático se pierde en la noche de los tiempos. La emisión de los contenidos se retroalimenta con los “like”; la fuente de las fuentes difunde versiones caprichosas de antipatías y compasiones. La información es poder y se usa para golpear o para exonerar. Sólo en un contexto así cabe la escenificación de las noticias y su consecuencia: la aplicación de una justicia de ficción auspiciada por el “rating”. Gente purgando culpas que los medios condenan por mayoría de votos.
Nuestro país es una montaña rusa donde todo puede suceder. Actores que dictan leyes; deportistas que gobiernan; administradores públicos que cumplen favores fuera de la ley…
La regeneración prometida por el partido en el poder parece una batalla perdida. Al menos en discurso, supondría una vuelta a los principios. El respeto, la honestidad. Tal vez eso también se aprenda y se practique y sea cuestión de tiempo para una vivencia plena de la democracia. En “Noticia de un secuestro”, Gabriel García Márquez muestra una esperanza: la existencia de buenos. Para un país en construcción, parece un exceso. “La mañanera” se volvió un foro para exhibir al periodismo espurio. El riesgo es el límite. La Inquisición no tuvo defensoría.
Los argumentos que se plantean y la forma como éstos se entretejen definen la adhesión a una realidad construida. La verosimilitud del relato a veces es toda la aspiración que se pretende. Los fuegos textuales se entrecruzan y contradicen. El peligro está en recibir una esquirla. Nos convertimos en una sociedad que declara. Nadie está dispuesto a escuchar.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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