Fines y textos educativos

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

En estos días se han elevado quejas acerca de la premura con la cual la oficina encargada de los libros de texto gratuito ha festinado la elaboración o corrección de 18 o 16 (no se sabe bien cuántos) textos destinados a los estudiantes de educación básica. Las autoridades dicen que no es premura; se trata de ciertas mejoras y actualizaciones y no libros nuevos completos. Por otra parte, autores participantes en ediciones anteriores de estos importantes textos indican la importancia de considerar, incluso en actualizaciones, un conjunto de condiciones y factores educativos, del lenguaje, de las imágenes, del formato e incluso de correspondencia con los planes y programas de estudio. Sobre todo, señalan, la todavía pendiente elaboración de programas nuevos, por los cual los nuevos textos, así sean sólo actualizados, introducirán una cierta complejidad desaconsejable en su utilización.
Este asunto es grave pues por un lado es evidente para todos, la importancia de mantener actualizados los textos, con información y descubrimientos recientes en la ciencia y los avances del país tanto en la vida nacional como en la vida de las diferentes regiones y lugares del país. Por otro lado, para cualquier persona con ciertos años de escolaridad, sabe bien la dificultada de hacer bien (entendible, autoadministrable, con ejercicios y referencias prácticas y demás) un libro para niños y adolescentes, sobre todo ante el hecho, lamentable pero real, de que para muchos estudiantes ese libro será de los muy pocos a los que tengan acceso en su etapa escolar.
Una conseja popular, de esas poco estimadas pero certeras, aconseja: “Rápido y bien no hubo quien”. Así, ¿queremos libros bien hechos o aceptamos textos deficientes pero listos para agosto próximo? La autoridad ya opto por lo segundo.
Un dato que ayuda a estimar cuál es el drama implícito en la renovación de los textos gratuitos es el siguiente: Las nuevas disposiciones de la Ley General de Educación que establecen los fines, criterios y orientación integral de la educación nacional se plasman en siete artículos del quince al diecisiete. Mil quinientas palabras aproximadamente. Manda, por ejemplo, una finalidad tan importante como difícil de conseguir, la cual se describe así: “Formar a los educandos en la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia, los valores democráticos que favorezcan el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos que permitan la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco de respeto a las diferencias.” Dice “formar”, no estudiar, no leer, no recitar. Conviene preguntar a un maestro de educación básica, con cierta experiencia, cómo le ayuda el libro de texto a conseguir avanzar en esta preciosa finalidad; y cuánto a enfrentar las realidades de muchos escolares, hoy viviendo en contextos violentos, asediados y quizá en familias apuradas por pobreza y exclusión.
Excelente la existencia de leyes como la aludida antes. Terrible el olvido de las realidades.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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