“Estrategia” de vacunación y dosis aplicadas

 en Adriana Piedad

Adriana Piedad García Herrera*

Hay un texto clásico que coordinó Carles Monereo que recientemente revisé para mi curso en la Escuela Normal, y que forma parte de la ya extinta Biblioteca del normalista, sobre las Estrategias de enseñanza y aprendizaje. Leyendo el primer capítulo irremediablemente me llevó a pensar en las vacunas y la “estrategia” de vacunación.
Monereo presenta tres casos hipotéticos que describen maneras distintas de aprender y enseñar el mismo contenido: hacer el plano del aula de clase. El orden de presentación de los casos tiene implícita la intención de mostrar las diferencias no sólo en la secuencia de actividades que se sigue, sino también el rol del docente y de los estudiantes en el trabajo, el aprendizaje que se promueve y su impacto en la aplicación en una tarea similar en la vida futura de los estudiantes. El producto final de los tres casos es el plano del aula, se puede decir que se logra la meta y hasta se pueden mostrar los planos como evidencia. Ver sólo el producto final de la tarea nos puede llevar a conclusiones falsas y a asumir que en todos los casos los estudiantes aprendieron a hacer planos.
Lo mismo pasa con el informe de dosis aplicadas a adultos mayores en la estrategia de vacunación contra el Covid-19 que se lleva a cabo a nivel nacional. Presentar cada día el número de dosis aplicadas muestra, a simple vista, que se está avanzando positivamente en la estrategia de vacunación. Es innegable que cada día se incrementan los números y que conocemos a más adultos mayores que ya asistieron a recibir la primera dosis de la vacuna. Adicionalmente, en la televisión podemos ver los testimonios y las caras de felicidad de las personas que van saliendo de los puntos de vacunación.
Los productos finales empañan los procesos y hasta pueden tomarse como sinónimos. Veamos por ejemplo el caso de Guadalajara, Jalisco; si decimos que se aplicaron todas las dosis previstas para los primeros días de vacunación a adultos mayores se puede pensar que la estrategia fue todo un éxito, pero para nadie son ajenas las debilidades del procedimiento para llegar a esas cifras: largas filas en los nueve puntos de vacunación, aglomeraciones, insolación y desgaste de los adultos mayores y sus familias. Seguramente hay voces que dicen que “valió la pena”, sin embargo, ver los productos sin revisar los procesos es dejarnos llevar por el espejismo de las cifras.
La experiencia de estos dos días de vacunación tendría que someterse a una evaluación rigurosa con la finalidad de lograr las metas, pero sobre todo de mejorar el procedimiento. Así como Monereo va mostrando en cada uno de los casos los límites y los alcances de la estrategia, así se tendrían que revisar los logros y las dificultades en la jornada de vacunación, con la finalidad de mejorar la estrategia a seguir en las fases siguientes de la implementación y, específicamente en los días que restan para la vacunación de los adultos mayores.

*Doctora en educación. Catedrática de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco. adrianapiedad.garcia@bycenj.edu.mx

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