Escuela, maestro/a, estudiante

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

La trilogía del título enuncia los tres actores principales en el proceso educativo. Puede pensarse en un faltante: la casa, la familia. En sentido amplio la casa es escuela, sus habitantes son maestros y maestras y los hijos, hijas son los estudiantes.
Con frecuencia se disputa la primacía de uno u otro actor. La escuela es la clave, dicen los entendidos. La casa, dicen las familias. Nosotros, proclaman los estudiantes pues sin nosotros no habría educación, educadores, escuelas o familias. Un bonito tema para conversar en un rato libre y para ejercitar el diálogo crítico, socrático. Y más allá del ejercicio dialéctico ¿se puede aprender algo de esa trilogía y esa disputa por la primacía?
Un texto reciente de Carlos Magro, educador español, puede ayudar. El texto completo se puede consultar la última entrega colocada en el blog de Magro titulado co.labora.red en la dirección https://carlosmagro.wordpress.com/2022/05/28/ensenar-tambien-es-reparar/. Es un texto amplio, con abundantes citas a destacados pensadores, educadores y filósofos. La amplitud obliga a recomendar la lectura de la entrada pues el lector tendrá ahí variadas notas sobre aquella trilogía con la cual empieza esta nota. Aquí comentamos algunas citas seleccionadas para aprender al pensar y repensar el tema educativo.
Por ejemplo, veamos esta afirmación de Magro: “Educar es enseñar a mirar con cuidado. Y aprender es aprender a mirar deteniéndonos en lo que miramos; aprender a prestar atención. La escuela es el lugar donde aprendemos a dirigir la mirada. La escuela es el lugar donde aprendemos a mantener la mirada y a cultivar una mirada atenta. También, si funciona bien, es donde aprendemos a respetar. Respetar el trabajo bien hecho. Respetar los objetos. Respetar los valores heredados. Respetar al otro (volver a mirarle).”
Sin duda, la ruta desde mirar con cuidado, detenernos, mirar, prestar atención, dirigir la mirada, mantenerla, cultivarla y llenarla de esa atención conduce al respeto al trabajo, a los objetos, a los valores, al otro… a mí mismo; es una ruta nada fácil, compleja, sencilla de describir, muy problemática de llevar a la práctica en un salón de 30 chiquillos inquietos. Y, sin embargo, una ruta indispensable en el proceso de educar. Un maestro atento (no simplemente serio, mirada fija, erguido, inmóvil) con esa mirada de interés, por detalles, personas, posturas, movimientos, voces, silencios y movimientos captará no solo la atención de los estudiantes sino el interés: ¿qué está ahí en esa persona? ¿Lo de siempre? No. Algo nuevo. Pequeño. Diferente. Cotidiano.
Magro afirma: “Cada día estoy más convencido de que el cambio educativo que necesitamos no vendrá desde arriba, ni desde fuera, ni vendrá acompañado de grandes aspavientos, ni grandes acontecimientos. No será disruptivo. (…)Al contrario, será una revolución discreta, casi invisible, subterránea y silenciosa. El cambio de la escuela se tiene que hacer desde la escuela. Desde lo que hacemos. Un cambio desde lo cotidiano y desde los pequeños gestos. Vinculando el pensamiento a la experiencia. Las ideas a los cuerpos. Cambiando los hábitos y las prácticas. Visibilizando lo que ya se hace y lo que en muchas ocasiones es invisibilizado. (…)recurriendo a los gestos y prácticas cotidianas que podemos encontrar en miles de aulas a diario en el mundo. Espero que ayude”.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar