Escribir no es fácil, pero sí necesario

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En diferentes momentos de la historia y de la voz o de la mano de diferentes personajes, expresiones que aluden a la dificultad o el pánico por enfrentar una hoja en blanco, han sido una constante. Obviamente, esta idea alude al acto de escribir en el que el protagonista debe comprometerse con sus palabras y en las que revela y muestra una parte de la persona que es.
Y he ahí la dificultad: escribir nos expone ante los demás. Siempre se escribe para alguien más, siempre tiene el escritor, en el pensamiento y en el futuro, a un lector que emitirá un juicio en el que se aprueba o se desaprueba lo que se lee; pero esto va más allá, ya que no sólo son las palabras las que se están valorando, también se está emitiendo una calificación o descalificación sobre la persona que osó escribir.
En el ámbito de lo académico, se puede escribir una tesis, un artículo para una revista, un libro o una colaboración para un libro, una propuesta para un coloquio, foro, congreso o un evento similar, en donde hay un comité que decide la validez o no de lo escrito, por lo que no hay total libertad en la escritura, hay que apegarse a ciertas líneas y formas.
En esta decisión se establece la pertinencia de la idea, de la postura, el enfoque, la forma de abordar un problema o fenómeno, un instrumento, una forma de hacer y mirar la ciencia, una nueva estrategia o un modelo pedagógico, una crítica al sistema vigente, una teoría, diferentes opciones que el escritor propone y que, desde su particular punto de vista, considera que puede generar un cambio que mejore las condiciones de la educación en su contexto inmediato, o bien brinde una alternativa de solución para un problema o condición que está presente y que limita los procesos de enseñanza-aprendizaje. Hay entonces un atrevimiento, el valor de intentar abrir nuevos caminos, pero, todo dependerá del lector y su criterio, así como de la capacidad de comprender el mensaje que tiene frente a sí.
Comúnmente, cuando el resultado es desfavorable para el lector, es debido a la falta de solidez teórica, una falta de consistencia y/o coherencia interna del mismo escrito, una inaceptable forma de hacer ciencia en los criterios del lector, o simplemente un desacuerdo o prejuicio con lo leído. En ocasiones también el nombre puede ser un factor de peso para ser validado.
Es entonces el temor a la descalificación y al rechazo unas de las razones por las cuales no se escribe. Sin embargo, es claro que solamente tomando el reto de llenar una hoja en blanco es como podremos acceder a nuevas formas de pensar y seguir generando conocimientos. Requerimos, por tanto, gente que acepte los rechazos y se atreva a escribir; solamente con la osadía se puede cambiar el mundo. Sigamos escribiendo, pues, lo necesitamos

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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