Esa película yo ya la vi

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Mi sobrino lo detectó al llegar: “ésta es la misma fiesta que el año pasado: el mismo lugar, la misma cumpleañera, los mismos chiquillos de las mismas familias, hasta la música y la comida son iguales. También es el mismo brincolín. Y al salir nos inundará la misma tormenta. Yo creo que mejor vámonos de una vez”, argumentó. No me dio mucho gusto el comentario, que me pareció pretexto para ir a otro lugar. Pero le creí cuando la plática volvió a los temas del año anterior.
Esa sensación de déjà vu se refuerza cuando entramos a un salón de juntas en donde trataremos con los mismos docentes, acerca de temas y problemas que ya habíamos abordado respecto a los cuales todavía no hemos llegado a un acuerdo. O sobre los cuales nunca llegaremos a acordar el procedimiento a seguir. Lo que nos llevará a una constante discusión circular. Mientras que algunos de los docentes estarán a favor de que el progreso no es una simple ilusión, sino que el aprendizaje y los procesos escolares constituyen una espiral ascendente, habrá algunos otros que se resignarán a que la discusión de este ciclo escolar es exactamente la misma que la correspondiente al anterior.
Para algunos, las reuniones de docentes son idénticas a las anteriores, en especial si incluyen a los personajes que ya antes participaron en la discusión de temas similares. El trabajo, los temas y los cursos son una constante repetición, a veces porque incluye un reparto que ya actuó antes. A veces porque el nuevo reparto ha de pasar por esos ritos de iniciación y es necesario actualizarlos y volver a contar la historia hasta ese minuto. Sísifos veloces, no necesitamos esperar al siguiente año para aburrirnos unos a otros y desesperar porque la proyección de las imágenes conserva el mismo argumento, con los mismos diálogos, conflictos, personajes y callejones sin salida.
Un poco en paralelo a los últimos minutos de la película en que muere repetidamente el Dr. Strange, como Dormammu pedimos que esa reiteración se detenga. Que cambie el resultado, o que cambien los argumentos, o que se acelere el final, o que surja algún acontecimiento al estilo de un Deus ex–machina como en las tragedias griegas. Que baje un dios desde las alturas del telar del escenario y arregle las cosas para todos y restablezca un orden que nos libere de la angustia y del pánico de estar en esa escena de la que no podemos ausentarnos sin que se note.
En las aulas encontramos que los personajes cambian con mayor frecuencia que en las juntas de docentes. Lo que no nos salva de que en los cursos también haya repeticiones. Que haya que aclarar, ciclo tras ciclo, las mismas cuestiones que a nosotros ya nos parecen básicas pero que a esos nuevos estudiantes les resultan una gran novedad. Repetimos argumentos y diálogos, proponemos hacer algo para lo que el semestre pasado no encontramos eco, o proponemos repetir la receta que tanto éxito ha tenido. Hay ciclos que ya hemos re-ciclado tantas veces que incluso nos atrevemos a faltar a algunas de las juntas, pues ya sabemos que, dada la cantidad de semanas que han transcurrido en el ciclo escolar, podemos anticipar qué se tratará, quién lo propondrá y cuál será el acuerdo. Así que, por escrito, de viva voz o con un simple gesto, simplemente anticipamos nuestro apoyo a lo que creemos “saber” que sucederá en la junta a la que hemos sido convocados.
Habría que ver si añadir un protocolo para agilizar las juntas (por ejemplo, al limitar su duración a unos cuantos minutos) podría ayudar a evitar reiteraciones. Aunque quizá lo que lograría un protocolo rígido sería disminuir la posibilidad del diálogo democrático. Por más reiterado que nos parezca. Ciertamente, la dinámica de las juntas bien merece una reunión para ser discutida y replanteada.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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