¿Es fácil decidir? Depende

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Diferentes autores y perspectivas teóricas dirán que es algo simple, desde que tenemos cierto nivel de autonomía en la primeras etapas de la vida, podemos decidir qué actividades tomar, qué camino elegir, qué hacer, pero desde esos momentos aprendemos que tendemos a elegir. Es por esta cuestión que, a nivel semántico y pragmático, los infantes entienden primero la noción de la palabra no.
Decidir será el resultado siempre de tener, al menos, dos opciones las cuales no necesariamente son las mejores, pero es lo que hay dirían algunos desde lo coloquial. Los resultados de la elección son valorados por uno mismo, acompañado en ocasiones con las opiniones de alguien más, por lo que la aprobación o la desaprobación de la elección, la decisión, no siempre es algo estrictamente personal.
Pese a las fallas que se puedan tener en las decisiones, siempre dará una idea de libertad, o de supuesta libertad, que hace creer a las personas que siempre tendrán la capacidad o la posibilidad de decidir su vida. Es una idea interesante, pero en términos empíricos dista mucho de ser verdad en diferentes contextos.
En las decisiones más importantes de la vida de una persona, que tienden a ser más significativas o determinantes del curso que tomará, no sólo dependen de uno, por lo que las opciones se verán reducidas. No se decide en qué familia se ha de nacer, no sé decide si queremos leche materna o fórmula, no se decide si se quiere ser atendido por las figuras parentales o por una guardería u otro familiar, entre muchas otras cosas. Morir tampoco se decide, a menos que se opte por una eutanasia o el suicidio, lo cual no es bien visto por todos los países del mundo.
Por otro lado, no todos o todas pueden decidir la escuela a la que se quiere asistir, la etnia o color de piel o el nivel económico donde se ha de vivir durante los primeros años, lo que puede influir en los destinos posibles en entornos racistas. La pareja se puede elegir, pero dependemos de la decisión de otra persona. De igual manera, en México, la mayoría no se quedará en la Universidad que desea o se elige libremente la empresa o dependencia o área en la que se desea, se decide, trabajar. Los políticos que elegimos son las opciones que nos dan; en estas arenas, es importante señalar que en sexenios anteriores un presidente podía decidir, arbitrariamente, lo que quisiera y hoy ya no dispone de tanta libertad para hacerlo.
No obstante, pese a las pocas opciones o a la falta de autonomía en algunas de nuestras decisiones, decidir devela parte de lo que somos, nuestros deseos, intereses, valores, por lo que se puede inculcar en las comunidades estudiantiles que, sin importar las condiciones que rodeen a las opciones posibles, siempre debemos ejercer nuestro derecho a decidir y, en la medida de lo posible buscar cambios en la sociedad que le proporcionen, a todos y todas, más y mejores opciones en sus vidas; finalmente, siempre será mejor decidir a que alguien decida nuestros destinos.
Como un post script, quiero señalar que leer y escribir son totalmente una decisión a partir de la adultez: ahí tenemos dos buenas opciones de ejercer la libertad para decidir. Gracias Educ@rnos

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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