En un mundo de imágenes, el tuerto es rey

 en Carlos García

Carlos M. García González*

Inicio con esta paradoja, sabemos que el original reza: “en un mundo de ciegos”, etc., lo que sucede es que desde hace muy poco tiempo y en muy pocas instituciones se le da el tratamiento adecuado en nuestro país a la denominada iconic turn, es decir al campo de estudios dedicado a estudiar la influencia de la imagen en la vida cotidiana y en la existencia futura de la humanidad. Y es que desde el momento en uno prende la TV o sale a la calle, o trabaja en una computadora, o escucha la radio, las imágenes (visuales y auditivas, en colores o en blanco y negro) se nos aparecen de forma desorganizada, tumultuaria e incesante (o sea bien muchas y sin parar). Y todo lo aparentemente moderno de sus incitaciones está pensado con la intención de capturar nuestra atención. Y nuestra atención de su yo flotante se hace así más dispersa y desconcentrada; ya no hay un solo centro, hay muchos focos de atención que disputan o riñen para que nuestra mirada les dedique el tiempo suficiente para hacer llegar su mensaje: ya sea cómprame, véndeme, adquiéreme, deséame, vótame, quiéreme.
El diseño de imagen es un arte caro, que muchos no aprecian, y otros ni quieren pagar. Pero en otras latitudes es una industria millonaria que convoca, fotógrafos, modelos, maquillistas, diseñadores de interiores, arquitectos, y eventualmente algún psicólogo o sociólogo. Su producción se muestra en revistas, televisión, paraderos de autobuses, anuncios de cine, espectaculares. Estas imágenes seducen al que queda atrapado y sin saberlo conscientemente adquirirá un producto, marca o servicio sin saber realmente si es el que mejor se ajusta a sus necesidades (así piensan lo pobres, dicen los publicistas), sino lo que mejor se ve. “No vendemos celulares, satisfacemos deseos” decía el dueño de la marca iPhone. Vivimos en una era en la que el nuevo analfabetismo es el analfabetismo de la imagen.
En las asignaturas que imparto desde hace algunos años propongo un módulo o tema para la lectura e interpretación de imágenes. En una revisión técnica y panorámica ejemplificamos las dimensiones del análisis de imágenes y la aplicamos para algún propósito de indagación o para mejor ilustrar conceptos o procesos.
Pero eso es todo, no hay más tiempo para estudiar la omnipresencia de las imágenes en nuestra vida y mucho menos para descifrar su contenido. Para mí, alfabetizar en la lectura de las imágenes forma parte de las pedagogías para el siglo XXI.
Otra hubiera sido nuestra suerte si en lugar de votar por el candidato que más invirtió en su imagen hubiéramos sabido descifrar el fondo de su figura, la superficialidad de su espesor. Hace poco más de veinte años un presidente, ahora innombrable, nos vendió la imagen de que, ahora sí, México formaría parte del primer mundo, ¡Oh anhelo provinciano! ¿Y qué pasó? Todo mundo compró esa imagen, incluso académicos e intelectuales. Pero poco después de firmado el Tratado de Libre Comercio, sucedieron dos cosas, una crisis nacional arrasó con la economía y la deuda que nos dejó, aún la seguimos pagando. También aconteció un levantamiento semi-armado en el sureste. La imagen se quebró frente a esas realidades. ¿Aprendimos la lección? Naaaaa. Recientemente por no haber aprendido la lección; a saber, la de comprender y descifrar a las imágenes, nos siguen guiando con las apariencias de reformas estructurales y sus representantes publicitarios. Mientras la revista Times caía en la trampa y nosotros nos estamos yendo al despeñadero. Mientras los dueños del diseño de imagen gobiernan desde la publicidad en una sociedad del espectáculo, nosotros seguiremos consumiendo los recursos del planeta; y será así hasta que nos enseñemos y aprendamos a leer imágenes como primer paso para enseñarnos a orientar nuestros deseos. A ser ese tuerto que medio ve, aunque sea como el esclavo aquel desde la caverna de Platón.

*Profesor-investigador del Centro Universitario de Los Lagos de la UdeG. carlosmmanuel@gmail.com

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