En tiempos de inclusión educativa, cuando las exclusiones se resisten a ceder

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

La educación inicia con el reconocimiento de las diferencias y las diversidades socioculturales y la exigencia de educar tomando en cuenta dichas diferencias con la finalidad de establecer adaptaciones curriculares en contexto; su contraparte es la exclusión, la discriminación, el aislamiento, la marginación, la invisibiilización de los sujetos, los grupos y las comunidades. Esto da pie a un reciente debate inclusiones versus exclusiones.
Desde una perspectiva genealógica es posible reconocer que nuestro país ha sufrido algunas amenazas y acciones de exclusión y discriminación desde la llegada de los españoles, desde ahí se generó el sedimento y la conformación de una larga cultura que más adelante dará lugar a exclusiones de distinto tipo. Dichas exclusiones se atribuyen al color de piel, la posición social, el lugar donde se nace, donde se vive, la capacidad cognoscitiva, la opción sexual, religiosa, etcétera; todo ello ha servido, entre otras muchas cosas, para justificar el dar un tratamiento diferenciado a algunos sujetos, en donde algunos pueden pasar y ser acomodados y muchos otros deberán esperar, detenerse para convencer con respecto a ser aceptados social, educativa y culturalmente en algún ámbito determinado.
En la parte positiva, la inclusión educativa es la culminación de una serie de iniciativas, pensadas en garantizar ambientes educativos e institucionales de y para la sana convivencia, para el respeto a las diferencias y el reconocimiento pleno de las diversidades. En este momento a la inclusión se le ha reconocido y visibilizado sobre manera, a tal grado que ha pasado a convertirse en política pública nacional. Con todo ello no se dice que en automático se desmontará toda la cultura de exclusión y segregación, pero si, tanto los organismos gubernamentales como los de carácter social estarán más alertas para dar cuenta de la importancia de la inclusión y su contraparte de los riesgos de las distintas formas de exclusión social.
Con la finalidad de fortalecer dicha política pública desde los distintos ámbitos, es necesario fortalecer las distintas iniciativas y darles una mayor solidez desde las prácticas que se realizan en cada espacio del sistema. En educación, los cambios se viven de manera más lenta, caminan más despacio de lo que sucede en otros ámbitos, al interior del sistema educativo las cosas no cambian solo por el hecho de que se decreten o se desee cambiar, se requieren de muchas otras cosas más.
En este momento la inclusión educativa y todo lo que gira alrededor de sus propuestas, es un conjunto de iniciativas que se presentan en distintos ámbitos del sistema. De igual manera, a la inclusión se le concibe desde sus raíces profundas junto con las implicaciones culturales y sociales que ésta conlleva, como esta forma de relación incluyente, es decir, en donde pueden vivir por igual aun los y las que son diferentes.
En educación hay mucho por hacer con relación a la cultura de las inclusiones educativas, desde la práctica de los docentes, las disposiciones institucionales, las relaciones de todos los días, la forma concreta de cómo se reconocen y se abordan las diferencias de todo tipo. La inclusión educativa también está ligada con los derechos y, como decía al inicio, con el reconocimiento de las diversidades.
Se trata entonces de darle un nuevo sentido a la tarea educativa y de reconocer a todas aquellas y aquellos y poder visibilizarlos y reconocerlos dentro de un espacio social determinado. Incluir es una operación que se realiza por entender y reconocer a los sujetos que fueron excluidos, cuya tarea educativa inicia con darle una vuelta de tuerca a esa lamentable realidad.
Ojalá y los docentes sean capaces de asumir con buenos ojos las propuestas e iniciativas ligadas a la inclusión y se sumen a ellas, porque en el fondo ellas y ellos también han sido objeto en cierto momento de exclusión social y, por lo tanto, esta misma condición los deberá de convertir en sujetos activos con una vida incluyente.
Se requiere actualizar y refrescar un estado de la cuestión de las propuestas incluyentes que hayan sido exitosas, no solo en educación, también en otros campos de la vida social para que los docentes lo tengan como un catálogo de buenas prácticas o de todo aquello que si se puede hacer.
Los nuevos conceptos y las palabras de moda de los últimos tiempos son: inclusión educativa, vida incluyente, cultura de la inclusión, etcétera; pero como decía Foucault, es necesario pasar de las palabras a las acciones, para que la inclusión no solo se platique sino que se viva cotidianamente. No solo se trata de conocer o de platicar en torno de las propuestas hacia una pedagogía de la inclusión, también se trata de mejorar la disposición desde el trabajo docente para arribar a este nuevo estadio de práctica pedagógica que estos tiempos lo está exigiendo.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. mipreynoso@yahoo.com.mx

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