Empoderar o enseñar a respetar ¿qué conviene más?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Algunos filósofos y sociólogos señalan que, en todas las relaciones sociales, se observan ejercicios de poder, por lo que siempre las relaciones son asimétricas, dado que alguno o alguna poseen más poder que el otro u otros con los que socializa.
Buscando contrarrestar esta situación, desde hace años se empezó a manejar la idea del empoderamiento, con la idea precisamente de darle poder y voz a aquellos y a aquellas que histórica o socialmente estaban en una situación de desventaja.
Sin embargo, no considerando las buenas intenciones que había de inicio, lejos de haber generado cambios significativos reales, pese a los avances que podamos referir en materia de derecho, es un hecho que, lamentablemente, se han generado condiciones sociales que han complejizado las relaciones y el escenario social. Y aquí encontramos una lógica perversa, una tesis que permite explicar algunas de las situaciones que vivimos actualmente.
“El poder corrompe” dice la filosofía popular y hay mucha sabiduría en estas palabras; hay por lo menos dos posibilidades que patentizan la situación: hay personas que abusan de un poder que se les confiere socialmente y, por otro lado, hay quienes no quieren dejar de seguir gozando los privilegios que trae consigo esta condición. Respaldo con ejemplos el argumento.
En los sexenios anteriores el gobierno dio a los alumnos, padres y madres de familia y a la sociedad en general, el poder de poder cuestionar y criticar la labor y función de los docentes. ¿Qué ganamos con ello?, se incrementaron las conductas antisociales dentro de las escuelas, junto con resultados académicos y un compromiso tendiente a la baja; también se incrementaron los gritos, ofensas y denuncias contra los docentes, prácticamente por cualquier motivo de parte de las figuras parentales, así también se puede leer como se flagela constantemente en redes sociales, su figura y labor. Algunas veces con razón o justificación, pero no es la mayoría de las ocasiones.
Con relación a la segunda parte del argumento, y como una tesis sobre lo social, ¿qué trajo el empoderamiento de la mujer?, tristemente el incremento de feminicidios. Obviamente no estoy sugiriendo o insinuando que debe dejar de fomentarse este empoderamiento, pero sí centro la mirada en algo específico: la injusticia histórica de darle poder al hombre obligó a buscar la igualdad y el equilibrio. Pero muchos hombres, insensibles y poco éticos, no han querido perder dicho poder, por eso hacen uso de la última herramienta con la cual pueden seguirlo ejerciendo: el poder físico, basado en la fuerza y la violencia. El feminicidio, entonces, podría ser una reacción de muchos hombres que no quieren perder el poder y con los hechos dejan un mensaje claro.
Por eso resulta más conveniente educar para respetar. Pero aquí viene la complicación: es una solución válida enseñar a infantes y adolescentes a respetar y tratar a los demás como semejantes, para construir una sociedad con base en los valores, pero eso implicaría que todos en esta sociedad educáramos con el ejemplo continuo y no todos quieren hacerlo. Dejar esta función sólo a los docentes será insuficiente: los estudiantes no viven solamente en las escuelas. Respetar en lugar de empoderar, escribirlo es fácil, implementarlo no. Habría que considerarlo ¿no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Marco Romo

    Será un movimiento natural ese que vemos llamado feminista, será que de la noche a la mañana formaremos hombres y mujeres de bien, será que los grandes capitales y grupos políticos se unirán por un bien común, será que ese 50 por ciento aprox. que está en la informalidad pagara impuestos, será ese empoderamiento a las mujeres les RECONOCERA SU LABOR A LOS MAESTOS Y SERAN MEJOR PAGADOS, para cuidar a los hijos de los trabajadores…

    Hablando de la niña Fátima; fue una mujer, la que la robó, y después entregó a los asesinos, si no es que fue ella; una mujer fue participe de este crimen, lo que confirma, que la maldad y perversión NO TIENEN GÉNERO…

  • Antonio Lira Rangel

    ¿Educar para el respeto, o educar en el respeto a los demás? Es una pregunta que me ronda la cabeza después de leer esta editorial. Lamentablemente la cultura que hemos generado como país, a partir de un esquema religioso basado en la supremacía del género masculino, ha determinado un lugar muy específico e injusto para las mujeres. No lo visualizamos porque efectivamente es más importante obtener y mantener un lugar en la sociedad, como lo tienen los hombres, a pesar de tener como origen a la propia mujer. Lo que se menciona sobre el papel de la educación formal y los docentes es una tarea titánica, puesto que la formación comienza por medio de una socialización de valores y normas cuya responsabilidad recaía en la familia, y aún más específicamente en la mujer, porque ni siquiera los hombres se han hecho cargo de la educación de los hijos. Los y las docentes tenemos un enorme reto heredado de la descomposición del sistema social, lo emfrentaremos como siempre lo hemos hecho, pero pedimos la intervención de la familia para poder hacerlo…

  • MARCO ANTONIO GONZALEZ VILLA

    Marco, tocas y refieres aspectos que muchas personas, desde el apasionamiento, omiten o no consideran, pero es necesario no perder de vista. Planteas una discusión que algunas corrientes Filosóficas y psicoanalíticas han intentado resolver, pero nos damos cuenta, como señalas que no hay respuestas aún ¿por qué existe maldad y perversión en hombres y mujeres? Es una discusión fuerte y profunda la que abres, en la que existen pocas explicaciones válidas.
    Antonio, tu aportación complementa y enriquece el texto, al centrarte en la responsabilidad social que diferentes actores tienen y asumen, en donde, como bien señalas, los docentes han sido a quienes se han atribuido mayores obligaciones.
    Gracias Marco y Antonio, su mirada abre otras líneas de discusión y complementa acertadamente la información que comparto en el texto. Les mando un saludo

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