El VAR y la educación

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Ahora que estamos en un escenario de desmedida promoción, difusión y comercialización sobre el futbol, un tanto porque la Champions League y la Europa League en el viejo continente están llegando a la parte final de los enfrentamientos de grupos o porque hace una semana se jugó la final de la Copa Libertadores y porque la liguilla del futbol local está a punto de culminar.
En este contexto, el tema del VAR (del inglés, video assistant referee) de reciente aparición y cuyo objetivo tiene que ver con que el arbitraje sea más objetivo y se utilicen videograbaciones para analizar jugadas o decisiones polémicas por un equipo de expertos (preferentemente árbitros y/o conocedores del tema), su papel es opinar y sugerir al árbitro central cambiar la decisión para modificar el destino de ciertas jugadas cuando hay dudas en la decisión o la falta de ella, sin embargo, y contrario a lo que debería de suceder, esta innovación tecnológica ha generado una serie de inconformidades porque en términos generales los equipos que han sido favorecidos sin ello, lo siguen haciendo con el dichoso VAR.
En los terrenos de la política educativa, si habláramos del VAR como una posibilidad para revisar los procesos y decisiones que el Estado educador lleva a cabo a diario, seguramente muchas de las jugadas se tendrían que repetir, bastantes goles se invalidarían y un sinfín de fuera de lugar, penales, expulsiones y demás serían marcados o dejarían de serlo si se sometieran a revisión.
El Estado educador es juez y parte de las decisiones mientras el gobierno de un partido político u otro está en el poder, no es así cuando deja de serlo, no por algo ninguna reforma educativa ha sido eterna, en México así pintan las cosas desde siempre, cuando un gobierno llega al poder impone un estilo y su visión de las cosas, cuando se va del poder esas decisiones dejan de ser vigentes y todo lo que se dijo e impulsó se va al bote de la basura, tanto documentos, métodos, conceptos y estilos de gobernar.
Si el VAR fuera utilizado en educación, muchas de las decisiones tendrían que detenerse o repetirse, ejemplos de ello sobran, en este sentido, si a alguien se le hubiera ocurrido evaluar a los maestros y ligar dicha evaluación a la permanencia en la función, seguramente los árbitros del VAR detendrían la jugada y defenderían la evaluación siempre y cuando ésta fuera ligada a la mejora educativa sin ser punitiva; igualmente, si la jugada de las Escuelas al Cien se fuera a llevar a cabo, los mismos revisores del VAR, propondrían la expulsión de los neoempresarios emergentes de la construcción y sugerirían la aplicación de esos mismos recursos de manera más cuidada, con presupuestos reales y sin sobreprecios para ser utilizados donde se necesitaran; no menos polémico sería lo relacionado con el gasto de publicidad en donde saldrían muchas tarjetas rojas para quienes gastaron miles de millones de pesos en la promoción de la reforma educativa como si fuera un refresco, una botana o una telenovela, a estos les sugerirían que sólo utilizaran una parte de los tiempos de publicidad que le corresponden al gobierno por ley y ese dinero fuera utilizado para capacitar y actualizar al magisterio, o por lo menos construir más espacios educativos. Sin embargo, si estos árbitros del VAR fueran parecidos a los que ahora deciden las cosas, y regularmente deciden inclinar la balanza y sólo revisan ciertas jugadas cuando convenga o no a ciertos equipos, pues entonces dicho VAR sólo sería utilizado para demostrar que son más objetivos pero siguen beneficiando a los grupos de poder y por lo tanto, el Estado educador haría lo de siempre, imponer una política que beneficie a un grupo en el poder, a los intereses económicos y, si llegara a haber tiempo y recursos, estos serían destinados a las escuelas, los profesores y los estudiantes.
Bendito VAR miope que sólo sirve para acomodar las cosas cuando los índices de audiencia son bajos y el interés público no es el deseable para vender los productos comerciales que rodean al espectáculo, porque no es lo mismo que llegue a la final el América (eterno villano del futbol por televisión) que el Querétaro, el Necaxa o el Morelia quienes no logran llenar casi nunca su estadio y sus índices de audiencia no alcanzan ni el 10% que equipos como Tigres, Chivas o el mismo América.
Lo cierto es que, si es necesario y fundamental que existan grupos, observatorios, asesores que le estén señalando a la autoridad que la jugada no es la correcta cuando se equivocan, porque jugar así solo se juega al empate y quien juga a ello por lo regular pierde, las autoridades educativas deben jugar siempre a ganar, y si es con el apoyo de expertos hay cierta seguridad de lograrlo, independientemente si hay un VAR a modo para que ayude a hacer trampa y atente contra el espíritu real de la educación (o el futbol).

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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