¿El tiempo se recupera? Eso quisiera uno

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Las personas tenemos una tendencia a fantasear mucho en relación al tiempo, conjugando el pensamiento en todas las formas posibles. Así imaginamos que regresamos al pasado y volvemos a vivir momentos que fueran emocionantes o significativos, aunque también imaginamos que al regresar podemos cambiar algunas situaciones o conductas que hubieran construido, creemos, un mundo mejor o con menos culpa. Algunos viajan hacia el futuro y ya se miran disfrutando los logros obtenidos con su esfuerzo o con sus decisiones inteligentes, ya sea en lo laboral, en lo académico, en lo referente a la pareja o la familia o, incluso, hay quienes ya lograron poner en su lugar o darle una lección a aquellos que fueron causantes de dolor. Otros más, como los enamorados y los jóvenes, sueñan con que el presente sea permanente para seguir disfrutando las mieles del momento, aunque obviamente hay quienes también desean que el tiempo vuele y avance rápido.
En todas estas posibilidades, la imaginación es la base, pero no es una experiencia real. Perder el tiempo si es un hecho real, aunque la forma de percibirlo sea distinta en cada persona. En la más materna de las acepciones, perder el tiempo es no hacer nada de provecho y estar en el ocio o de holgazán ya sea solo o con las amistades. Para una pareja que no consiguió sus objetivos se perdió el tiempo con una persona que no valía la pena o no era la indicada; de igual manera puede pensar una empresa con un empleado mal seleccionado. En lo individual, alguien siente que perdió el tiempo cuando toma conciencia de que, por distraerse con otras cosas, no ha logrado o ya no consiguió sus metas. Sin embargo, cuando finalmente se canalizan y se enfocan los esfuerzos a su consecución existe una sensación de que se pudo o puede recuperar el tiempo. Igualmente pasa con parejas que por azahares del destino tuvieron que separarse y con el tiempo se reencuentran, piensan que el tiempo se puede recuperar.
Pero recuperar el tiempo es en realidad una fantasía muy bonita, pero sólo eso. Decía Gardel en uno de sus tangos “…que 20 años no es nada…”, pero en realidad sí es mucho tiempo; es prácticamente toda una vida escolar o tiempo suficiente para sufrir muchos cambios físicos. Tal vez podamos decir que hay situaciones en las que parece posible la recuperación, pero otras no; más aún, el tiempo es totalmente relativo dependiendo del contexto ¿un padre que abandona a sus hijos por varios años puede recuperar el tiempo y vivir todos los momentos que se perdió?, un deportista que se aleja de la actividad unos años por una lesión ¿puede recuperar el tiempo?, ¿o cuánto tiempo puede desperdiciar un equipo en una final antes de dar su máximo esfuerzo?, ¿cuánto tiempo se puede perder para terminar una carrera o decidir tener un hijo?, ¿cuánto tiempo se puede dedicar a personas sin ética antes de que afecten nuestras vidas?
Hay situaciones en las que recuperar el tiempo es más un deseo, un anhelo o, en el peor de los casos, una minimización de hechos: varios compañeros de Educ@rnos han expuesto, con objetividad, cómo se perdió tiempo con la Reforma Educativa durante este sexenio y el anterior, ¿podremos recuperar el tiempo en materia de educación? Se ve difícil, eso abrió más la distancia con los países vanguardia en este rubro, por lo que ahora estamos más lejos de ellos.
Es ahora tiempo de buscar alternativas que mejoren las condiciones y tratemos de compensar la pérdida; está por abrirse un nuevo panorama en el que, al parecer, los maestros serán escuchados. Sólo esperemos que no sea otra pérdida de tiempo.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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