El sueño de dormir bien

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

La dosis recomendada de horas de sueño por jornada es de seis a ocho horas. Aunque esta dosis puede variar según la etapa de la vida en la que nos encontremos. Sabemos que los bebés duermen más horas al día que los adultos, y que hay algunos adultos que se sienten totalmente recuperados después de tan solo cuatro o cinco horas de un sueño relajado y profundo. El sueño impacta en la posibilidad de desarrollo y en el metabolismo. Dormir menos de seis horas, señalan algunos estudios, tiene efectos en el cuerpo como sobrepeso, irritabilidad, reducción en la capacidad de concentración, deterioro de la memoria y en el aprendizaje (por ejemplo: https://www.medigraphic.com/pdfs/abc/bc-2016/bc162g.pdf). Quienes duermen pocas horas suelen aumentar su consumo calórico, por las hormonas asociadas con las sensaciones de hambre y de saciedad. Lo que puede derivar en obesidad en poblaciones con deuda de sueño.
Quienes no logran conciliar el sueño suelen quejarse también de ansiedad y la relación causal puede ser recíproca: quien duerme poco se siente más irritable aunque también quien está sometido a situaciones de estrés y ansiedad tiene problemas para dormir sin pausa durante todas las horas que requiere, además de tener más dificultad para dormir. La baja calidad del sueño (asociada también con escasas horas de sueño profundo) se asocia también con depresión y con baja estatura en niños. Algunos estudios sugieren que las hormonas asociadas con el sueño pueden ayudar también a reducir los efectos de enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
Es frecuente que en las épocas escolares, especialmente en adolescentes en escuelas secundarias y preparatorias, adultos jóvenes en licenciaturas y en adultos que cursan programas de posgrado al mismo tiempo que deben hacerse cargo de sostener a sus familias, la deuda de sueño se acumule. Los estudiantes en esos niveles están ansiosos de cumplir el sueño de dormir tranquilos el fin de semana entero, y varios de ellos declaran que esperan las vacaciones con ansia, por representar la oportunidad de dormir a pierna suelta sin tener que levantarse temprano y acostarse tarde. Aunque no todos esos estudiantes que añoran dormir durante las sesiones de los cursos cumplen ese propósito, pues hay quienes continúan los desvelos en fines de semana o vacaciones en actividades no académicas (bailar, socializar, viajar), dejando para después la posibilidad de conciliar el sueño en las dosis más adecuadas a sus edades y niveles de actividad.
Muchos de nosotros, en nuestras épocas de estudiantes y de docentes hemos luchado contra el impulso de quedarnos un rato más en la cama por las mañanas, y es frecuente que en las sesiones posteriores a la comida de mitad del día haya algunos estudiantes a quienes los venza el sueño. Lo notaremos primero por su silencio y su inmovilidad y, en algunos casos, porque comenzamos a escuchar los ronquidos desde algún ángulo del aula que les permita apoyarse en las paredes o el mobiliario sin cabecear o caerse de sus sillas. Como señala una publicación reciente, en realidad el sueño no es tiempo perdido en la “productividad” a la que se ven impelidos los trabajadores o los estudiantes (http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0025-76802019000700008&lng=es&nrm=iso&tlng=es), pues el tiempo que empleamos en dormir constituye “un período fundamental para la homeostasis y buen funcionamiento fisiológico de cada individuo. A nivel cognoscitivo, los procesos de aprendizaje y memoria se consolidan y se decantan emocionalmente después de una noche de sueño”, escribió María Teresa Acosta, autora de ese texto en 2019. Además de la dosis de horas de sueño, la luminosidad que rodea a quienes intentan conciliar el sueño puede afectar la la salud, pues dormir en la noche es muy distinto que hacerlo durante el día. La misma autora señala que “múltiples estudios en trabajadores nocturnos han permitido identificar cómo los trastornos ocasionados en el sueño en personas que por efecto de su trabajo deben cambiar sus hábitos de sueño y los ritmos circadianos, se asocian con un incremento aumentado de problemas cardiovasculares, demencia, obesidad, cáncer, infertilidad, enfermedades psiquiátricas entre otras”.
Durante los meses más álgidos de la pandemia de COVID-19, muchos estudiantes señalaron que sus ciclos de sueño se vieron alterados, a pesar de que tenían la esperanza de que la prolongada cuarentena y el aislamiento social ya no les implicarían tener que levantarse tan temprano para trasladarse a sus escuelas o trabajos. Sin embargo, la ansiedad y la incertidumbre asociados a los posibles contagios, además de la privación de contactos familiares y sociales, les significó alteraciones en sus ciclos de sueño. Algunos profesionales y estudiantes de las áreas de la salud se quejaron de que tenían ciclos de sueño mucho menos regulares que antes de la pandemia, en que las horas y días de guardia estaban mejor establecidos que durante la emergencia sanitaria. La estancia de sus familiares en calidad de pacientes graves o convalecientes en los hospitales y, para muchos, la pérdida de varios parientes como efecto de los contagios tuvieron efectos no sólo a los largo de los días de permanencia en los hospitales, sino durante semanas y meses después.
Algunos estudiantes y docentes señalan otras muchas situaciones de incertidumbre, asociadas directa o indirectamente con las actividades escolares, como la situación laboral, las condiciones familiares, las relaciones afectivas, la posibilidad de no aprobar determinados exámenes o rituales académicos, la permanencia en la institución o las condiciones de la vivienda. Otras situaciones como la violencia, la inflación, las relaciones con los vecinos, las condiciones en los traslados de la vivienda a la escuela y al trabajo, son fuentes de incertidumbre que afectan la posibilidad de lograr el ansiado sueño de dormir bien y levantarse alertas, de buenas y con entusiasmo para lograr mayores y más eficientes aprendizajes.
Los detalles neurofisiológicos del sueño se explican en esta antología dirigida a los estudiantes universitarios y escrita por académicos de origen mexicano: https://www.medigraphic.com/pdfs/facmed/un-2013/un134b.pdf

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Columba Navarro

    Como también las alteraciones del patrón del sueño/vigilia con de los primeros síntomas de múltiples patologías psiquiátricas además de que a falta de sueño, debido a la secreción de hormona de crecimiento en este, existen alteraciones metabólicas importantes sin dejar de lado el uso de dispositivos electrónicos previos al acto de dormir inciden en la secreción de melatonina por lo que es necesario tener adecuados hábitos higiénicos de sueño.

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