El simple maíz

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

En el fondo de la cultura mesoamericana, del alma de sus pueblos, en el origen mismo de su filosofía de vida, del cuerpo de sus hombres y mujeres, en la génesis misma de su cosmogonía se encuentra el maíz, la cocción de la semilla, su molienda, la masa de maíz como arquitectura, músculo y ser.
En la frágil planta del maíz, en la labor o la milpa, se condensa la cultura de las comunidades, el ciclo de la vida durante la estación del verano.
En su verde amable y desarrollo, la lluvia, los zacatales, el azote de los vientos, los gusanos y ocasionalmente las granizadas.
En la fotosíntesis de su color verde en crecimiento, las manos del hombre, síntesis generacional de la odisea en este espacio geográfico donde se rinde culto a los antepasados por su legado, por el secreto transmitido de padres a hijos; porque enseñar a cultivar es práctica de amor de la familia mexicana.
Desde la siembra misma, la germinación y el crecimiento lento pero sostenido, la mano amorosa y la mirada sabia del sembrador que vigila sus plantas solicito y orgulloso.
Dar tierra a la planta, deshierbar, fertilizar hacer pronóstico de la lluvia, suplicar por agua si hay retraso, tocar las milpas mientras camina, silbar, machete o casanga en mano.
El maíz, el campo y el tiempo de las escuelas y su calendario, el reloj del ciclo del maíz que marca el uso del tiempo con la finalidad de aprendizaje, la semilla, la planta, el jilote, el elote, la mazorca y la cascada del sonido del maíz en los recipientes.
El maíz y la gratitud celestial a santos y vírgenes, la generosidad de la cosecha.
Otoño como tiempo de ocres, el viento que hace cambiar de voz las hojas de la milpa que han perdido su verde esmeralda; otoño, la estación donde en muchas regiones es tiempo de cosechar lo sembrado.
Las milpas han secado y han entregado sus mazorcas, es momento de cañajotes, hojas para tamales y de hacer tercios o pacas, de reservar pastura para el ganado.
“Las espigadoras” pintadas por Jean-Francois Millet serían el equivalente a los pizcadores y pizcadoras de maíz en labores y coamiles. El sombrero y el sol de la tarde, la canasta entre hombros y espalda.
Canastas, pizcadores de metal, costales, medidas, hectolitros y dedos desgranadores, ancestrales entallados con tintura de yodo, herramientas y formas del momento de la cosecha que aún subsisten más allá de la mecanización de la agricultura comercial.
Tiempo de cosechar y hacer sonreír a las familias campesinas mexicanas, tiempo de felicidad fugaz en las rancherías asentadas entre peñas y tepetates.
Tiempo de asegurar el grano básico y la materia prima para alimentar animales, tiempo de seleccionar, hervir y amasar para forrar de tortillas los comales sobre el fuego alimentado por leños y tizones.
Los granos de maíz, perlas blancas o de otros colores en forma de lágrimas adheridas a ordenadas filas a los olotes, lágrimas de esfuerzo de las familias campesinas que a golpe de azadón y yuntas han fructificado.
El maíz, la cosecha, el bono de vida de una temporada más, la oportunidad de compartir con los muertos en su día, los tiempos sincrónicos de unidad familiar intergeneracional, acercar la tortilla, el guiso, el mezcal o el trago de pulque.
La distancia entre la vida y la muerte, la filosofía de campesinos, niños, niñas y adolescentes sobre el arte de vivir en este tiempo complicado, mientras las estaciones de radio de las lejanas capitales transmiten voces de ociosos y desinformadores, de campañas anticipadas de vulgares ambiciosos en busca de vuelos políticos, de informes de gobierno pinochos.
Nuestra idiosincrasia sobre la muerte tiene mucho de vitalidad en el alma agradecida del mexicano, en su sencillez; mucho de su impulso vital late a ritmo del corazón de cada grano de maíz.
La cosecha de maíz y el tiempo de rendir respeto a los antecesores, de agradecer ese legado de cultura alimenticia y de organización de la existencia humana.
El legado cultural y su manifestación en los refranes y la poesía alrededor del maíz.
Como el que refiere a la naturaleza neoliberal de los avariciosos y acaparadores: “Aquel que tiene más saliva come más pinole”.
O los refranes citados en “Las Tierras Flacas”que describe Agustín Yañez.
Los políticos valentines que propugnan mejor trato fiscal “Estoy como el puerco de San Roque chilla y chilla y con la mazorca en el hocico”.
O el arte de hacer planeación y operar concienzudamente cualquier intento de cambio en sectores estratégicos de gobernanza como salud, educación o seguridad, “Maíz que no le ve la cara a mayo, ni zacate para caballo”.
La consigna de manifestación política sobre la carestía de este producto básico cuando la era del Etanol y la baja producción generaron el costo a la alza, la especulación de los tortilleros, “Si no hay maíz no hay país”, el riesgo de los granos transgénicos.
El verso inspirador de la suave patria del zacatecano Ramon Lopez Velarde “Patria: tu superficie es el maíz”.
El tema presente en la escritura de versos de poetas universales.

EL MAÍZ, de Gabriela Mistral:

El maíz del Anahuac
El maíz de olas fieles,
Cuerpo de los Mexitlis,
A mi cuerpo se viene.

Mazorca del aire
Y mazorcal terrestre,
El tendal de los muertos
Y el Quetzalcóatl verde

ODA AL MAÍZ, de Pablo Neruda:

Pero, poeta, deja
La historia en su mortaja
Y alaba con tu lira
Al grano en sus graneros:
Canta al simple maíz de las cocinas.

El maíz, cuerpo, alma y espíritu de los mexicanos; el arte de cantar y rendir oda al cereal imprescindible en nuestra dieta.
El maíz, la vida y la muerte, la filosofía espontánea en voz de la palabra sabia campesina.
La educación de las generaciones de los cultivadores de maíz, de la felicidad simple y profunda a la vez, que otorga raíces, a través del contacto de los huaraches y las desnudas manos con el vientre de la tierra.
México y su vasta cultura, el vuelo de las mariposas monarcas y el tapete de pétalos de flores del cempasúchil, la ruta a las respuestas de quienes somos y el encuentro con los antepasados, el dolor, la culpa y el duelo trocado en lágrimas, la felicidad de recordarles degustando un elote asado o un recién salida tortilla del comal.
El ciclo del maíz y su cosecha, el inicio del mes de noviembre con las festividades del Día de Muertos, el 2 de noviembre y los panteones, el color de la vida en la memoria de los dolientes.
Las sorpresas que vienen en caja de muertos. Elba Esther Gordillo que nunca termina de opinar; los modernizadores como Carlos Salinas de Gortari ahora de nacionalidad española, que se une al club de Enrique Peña Nieto en territorio ibérico, prófugos de identidad, gachupines, globalizadores posmodernos de espaldas a quienes fueron sus gobernados, nefastos tomadores de decisiones con falsos áureos del rey Mammón y con alumnado gobernante vigente, de ínfulas de ricos Down, algunos fifis contemplativos de eventos clasistas como la carrera automovilística de la Fórmula 1, Checo Pérez que desacelera cuando simula hacer política.
El Día de Muertos, de vivos, que lucran con catrinas coloridas, mas negros de conciencia que la obscuridad del inframundo, falsas copias del dibujo de Posada, cuya sonrisa desdentada ya oculta el mal gobierno y los aviesos fines de los sempiternos esqueletos de insaciable ambición política.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Griselda Gómez de la Torre

    Agradecer la donación de su palabra que provoca recuperar un fragmento que evoca la creación de hombre maíz, relato extraído del libro: Popol Vuh

    …Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: “Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.” Así dijeron.
    Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a la luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre…

    …A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados….

    …Éstos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam….

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