El regreso a las escuelas: la felicidad y los riesgos

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Durante la pandemia (que aún sigue), las escuelas nunca estuvieron cerradas, lo que se cerró fueron los edificios formales y que ahora después de más de un año de soledad, vuelven a abrirse.
Niñas y niños han regresado al bullicio, a ese olor y ese ruido que solo caracteriza a las escuelas públicas en nuestros países, y cuando digo públicas, me refiero a todas porque son del público, de la sociedad en general, independientemente de su forma de administración por recursos públicos o por cuotas privadas.
El regreso era sobradamente esperado, ahora nos encontramos ante los cambios físicos en adolescentes, las nuevas amistades y lazos sociales, el nuevo rostro de docentes, esa apertura de las escuelas nuevamente viene acompañada de una narrativa desde la mirada infantil: “mamá, el día de hoy me fue muy bien, pude encontrarme con x, y también vi a y, además la maestra ya sabe mi nombre…”
Habíamos minimizado la importancia socializadora del espacio escolar, la escuela es un espacio de reunión y, como decía Pérez Gómez, de intercambio de saberes sociales. Además, es una forma de tener referencia, de ser alguien en el mundo, a partir de estar con los pares, que te puedan nombrar por tu nombre verdadero o puedas tener un número de lista, un lugar en el aula de clase, un rincón a la hora del recreo o de comer el lonche y ser un punto ante la mirada de los otros que también son como cada quien.
Tal vez esto es lo que más se extrañaba del espacio escolar, no tanto los contenidos o los saberes instruccionales, de esos la vida misma se encargará de colocarlos en el lugar necesario y en momento justo cuando se les requieran. Hoy más bien las escuelas se abren para facilitar una forma de reafirmar a cada quien su condición de persona de que son y tienen un lugar en este mundo, en este mundo mentiroso y contradictorio, pero es el mundo y la sociedad en las que nos ha tocado vivir.
Dentro de todo ello también han aflorado las contradicciones y las perversidades de escuelas o colegios privados, que han condicionado la estancia al número o la calificación obtenida. Recordamos que en la modalidad a distancia todos salimos reprobados, por falta de experiencia en este campo, pero también por falta de claridad pedagógica para conducirnos sobre la base de un proyecto común en construcción.
Hoy las escuelas se abren y ello es motivo de felicidad, porque para eso fueron hechas, pero también de riesgos, estamos en un momento en que el semáforo epidemiológico no es el mejor, el sector de la población juvenil es ahora el de mayor riesgo. Los niños no se detienen a abrazar a los compañeros, a romper con esa tonta mentira llamada sana distancia, para ellas y ellos la distancia más gratifícate es la cercanía, es sentir que son en la medida de quien está cerca. Y de este modo el riesgo aumenta, aunque no nos demos cuenta.
Este 30 de agosto del año 2021, era un día no sólo muy esperado y deseado, sino también una fecha necesaria en nuestro calendario cívico, porque es el día en que se abre la posibilidad de encontrarnos institucionalmente, a partir de una política clara de cuidados y encuentros porque la prioridad es el desarrollo humano, el cuidado de las personas y la escuela lo garantiza, lo demás se irá dando poco a poco.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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