El plagio académico, entre lo moral y lo legal

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

“Todas las tesis son un plagio, sin excepción,
del más guapo que me digas”.
Edmundo Estrada

Terminamos el año con un tema que no puede pasar desapercibido para quienes nos dedicamos a la educación, el asunto del supuesto plagio de la tesis de licenciatura de la ministra Yazmín Esquivel Mossa es, con mucho, una excusa excelente para analizar la realidad académica de las instituciones de educación superior en México.
En un país dónde el índice de lectura de la población raya los límites críticos y nos pone casi como analfabetas, lo cual desnuda a las escuelas porque han fallado para hacer que las personas sepan leer y en consecuencia desarrollen habilidades y competencias intelectuales no sólo para escribir, sino para pensar y tener un sentido crítico hacia las cosas.
En ese escenario suena absurdo no creer que el tema del plagio es una práctica común no sólo en la escritura de productos académicos, sino en muchas de las ideas que desarrollan las personas, ante este fenómeno siempre habrá oportunistas que se apropien de lo que otros hacen e incluso sean capaces de presentarlo y registrarlo a su nombre para cobrar regalías.
El plagio académico, que es en lo que se centra este texto, es un tema añejo y una práctica de lo más común en las instituciones de educación superior, principalmente en la práctica para elaborar tesis de licenciatura, maestría y doctorado, lo normal es citar y parafrasear erróneamente, lo más grave es realizar copias de páginas, capítulos y hasta trabajos íntegros sin que nadie revise y se haga responsable de corregir las cosas.
Pero, por qué se hace esto, por comodidad y hacer fáciles las cosas, –dijera un personaje conocido– y que durante un tiempo fuera miembro del SNI, que gozó de becas y presupuesto para hacer investigación y que un día, cuando lo empezaron a señalar de plagiador, sin más desapareció del mapa aprovechando que ya estaba en edad de jubilación.
En efecto, la gente plagia por comodidad y porque en México no es un problema o un delito grave que se persiga por oficio, a lo sumo se genera alguna crítica al plagiador y la institución a la que pertenece sólo hace mutis y más si el plagiador es presidente de un país, ministra de la corte, secretario de gobierno, director de área o asesor de tesis.
En síntesis, el plagio en las tesis no tiene ningún impacto o castigo grave porque esta práctica, en la mayoría de casos, sólo es un trámite más de las instituciones y porque la mayoría de estos productos no pasan de las bibliotecas de las escuelas o de los personajes que la realizaron para obtener el título, no por algo en la mayoría de instituciones de educación superior privadas la tesis es lo último a lo que se recurre para la titulación y, por lo tanto, el nivel de titulados es altísimo, en algunos casos ronda sobre el 98 y hasta el 100%; caso contrario ocurre en las instituciones de educación superior públicas (universidades, institutos tecnológicos, UPN y Normales), donde los niveles de titulación rondan por abajo del 50% y porque las modalidades para la titulación son diferentes a la educación privada.
Es urgente poner en práctica una agenda que pueda regular este lamentable fenómeno, se requiere que las instituciones de educación superior se pongan más exigentes y que las personas que estudian para obtener un título de licenciatura o un grado de maestría o doctorado hagan el esfuerzo y desarrollen las competencias y habilidades académicas que les permitan citar correctamente, que le dediquen el tiempo necesario a la elaboración del producto y que les permita titularse de manera digna y respetar el esfuerzo e ideas de los otros, en fin, es sólo un deseo de inicio de año…

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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