El increíble proceso de aprendizaje

 en Alma Dzib Goodin, Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodín*

Albert Einstein era una persona particularmente curiosa, capaz de unir dos puntos que para cualquier otra persona eran distantes e imposibles de conectar. Esa es justamente la característica de las personas que cambian el mundo, es la base de la innovación y permite transcender. Junto a esta curiosidad, Einstein era un hombre que ayudaba a otros, y se sabe que ofrecía tutorías a niños y estudiantes de física. Tenía la idea de lo importante que era compartir el conocimiento, pues eso permite que uno mismo haga más preguntas.
Es la curiosidad la que nos lleva a plantear no solo las preguntas más extraordinarias, sino a resolver los dilemas más intrincados. Estos van desde el diseño de barcos hasta cambios sociales o tecnológicos que logran que las generaciones tengan que adaptarse a nuevas conductas y aprendizajes.
Aun cuando siempre se ha reconocido a la curiosidad y la creatividad como elementos importantes en el quehacer humano, la escuela, en su afán de estandarizarlo todo, obliga a que todos respondan y hagan lo mismo, pues es muy complicado evaluar de manera subjetiva las conductas y aprendizajes. Eso nos ha dejado en un modelo donde todos deben hacer lo que las pautas dictan.
Paradójicamente, admiramos lo diferente, no dudo que en cuanto usted leyó Albert Einstein, pensó en las extraordinarias cosas que su mente fue capaz de pensar y plasmar a través de sus escritos. Se le reconoce como un genio a pesar de haber vivido en una sociedad que no le apreciaba su manera de pensar, al punto tal que lo persiguió tanto el gobierno alemán como el directo del FBI porque consideraban que sus acciones escondían algo desastroso.
Como estudiante, fue rechazado del Politécnico de Zurich, porque en el examen de admisión solo respondió las preguntas de matemáticas y física. ¿A quién le importa la política o el arte?, preguntó.
A su muerte, su cerebro fue robado para poder estudiarle e identificar el cómo esta persona era capaz de pensar de una forma tan extraordinaria. La verdad es que todos somos capaces de pensar en soluciones potencialmente creativas, pero nunca se nos da la oportunidad.
Es una simple paradoja social. Cuando estamos aprendiendo a hablar, se nos recompensan los intentos, pero en cuanto se dispara la función lingüística se nos pide estar callados. Lo mismo sucede cuando comenzamos a dibujar, a sumar, a pensar o a hacer preguntas.
Einstein enfrentó mucha presión social, pudo haberse quedado en un lugar cómodo, donde hiciera felices a todos, menos a él mismo, pero decidió seguir preguntando y buscando respuesta a su inquietud sobre el comportamiento de la luz.
Necesitamos gente que se atreva a romper el molde; necesitamos gente que acepte reconocer que aprender es mucho más que lecciones y libros, es un proceso evolutivo, programado por igual para todas las especies, el cual funciona mejor cuando se plantea un problema y se permite seguirlo hasta sus últimas consecuencias, a veces a costa de la vida, como sucedió con Einstein. En su búsqueda por el premio Nobel, perdió a su amada Mileva Maric y a sus dos hijos.
Ir en contra de todo y de todos tiene sus privilegios, pero al mismo tiempo impone procesos a los escolares. Ojalá salgamos de la caja en estas vacaciones, solo por un momento, pues el sistema invariablemente no empuja a seguir en ella, de ello depende el status quo.
A diferencia, el aprendizaje nos da las alas, para seguir soñando con las respuestas a las preguntas planteadas. Esas nunca se detienen.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

  • Ramón Escobar

    Excelente físico y su Teoría de la relatividad y la cuántica. Intelectual ensimismado y ajeno a la co-
    municación interpersonal.

  • Verónica Vázquez-Escalante

    Un artículo que deja el deseo de seguir aprendiendo. Saludos y me uno al deseo de que mejore su salud Doctora

  • Katerin Andrea Pertz Jiménez

    Majestuoso éste escrito, porque aparte de tener como eje central de la lectura a éste gran personaje, me enseñó que pueden haber millones de Einstein escondidos en sus zonas de confort, y que tal vez por casualidades de la vida Yo pueda ser uno de ellos

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