El futbol mexicano: modelo para explicar la educación

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Nadie puede negar que el papel del fútbol mexicano, en el reciente mundial, fue totalmente lamentable, una vergüenza y un retroceso, aunque, como todo mundo ha referido, era previsible. Ahora, después del niño ahogado como reza el dicho mexicano, se anuncian cambios buscando hacer un mejor papel en el siguiente mundial, en el cual seremos parcialmente locales, lo cual, podemos anticipar, no ofrecerá muchas mejorías.
¿Y esto qué tiene que ver con la educación? Hay 3 razones que dan los expertos y analistas deportivos para explicar el fracaso sufrido, las cuales, tal vez haya más pero solamente recuperaré estas 3, aplican muy bien para explicar el fracaso de la educación en el país.
La primera es la falta de continuidad en un proyecto. Cada ciclo mundialista, cada 4 años en los que se han obtenido por muchos años el mismo resultado, evidenciando estancamiento, se cambia de director técnico, quien trae a toda su gente y empieza un nuevo plan, retomando pocos elementos del director anterior y buscando implantar su visión y rumbo del equipo. En la educación pasa igual, cada sexenio, cada 6 años, se ha cambiado el modelo educativo, buscando implantar cada dirigente su visión y rumbo, trayendo a toda su gente y retomando sólo algunos elementos del modelo anterior. Se parte de cero entonces y no sobre una base ya dada, aunque no haya brindado resultados.
La segunda razón es la falta de competitividad y exigencia en el fútbol mexicano: el mal desempeño no tiene consecuencia alguna, ya que se eliminó el descenso lo que disminuyó el nivel del fútbol en el país; no existe ningún elemento que genere presión o hambre por dar lo mejor de sí. ¿No ocurre igual en la educación con estudiantes que no muestran compromiso y un desempeño adecuado? No hay ningún tipo de sanción o medida implementada para corregir su postura: se eliminó la reprobación y con ello bajó el nivel formativo de los estudiantes, incluso se pretende no generar ningún tipo de presión por aprender, lo cual no prepara para nada a cada estudiante en su enfrentamiento futuro con el mundo real.
Por último, sólo algunos lo refieren, pero aquí lo hemos señalado en muchas ocasiones: poner al frente de un área a un político, ajeno totalmente a él, ha traído común y frecuentemente fracasos por su falta de visión y conocimiento del área. Se vuelven resultadistas, maquillan o barnizan lo que ocurre, minimizan sus errores y maximizan sus magros logros y generan pocos o nulos avances. Culpan a otros de los fracasos y anuncian grandes cambios cuando se hace público lo terrible de su gestión. Pasa así en el fútbol… y pasa así en la educación en México.
Hay más razones para el fracaso, como hemos implicado, pero hay paralelismos en estos dos campos. El nepotismo y el influyentismo serían otras, pero se supone que esto no ocurre ni en el fútbol ni en la educación… aunque todos veamos que sí pasa.
Pero, como buenos mexicanos, siempre tendremos fe en que todo cambie y como en cada inicio de año, de ciclo mundialista o de sexenio, se generan nuevas esperanzas y confiamos en que, ahora sí, vendrán cambios para bien. Lo necesitamos y merecemos ya ¿o no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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