El examen de COMIPEMS: cuestionando los discursos oficiales

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Es un deja vu? Por un momento lo creí, pero no es así. La aplicación del examen de COMIPEMS (Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior) para la obtención de lugares del nivel Medio Superior en escuelas de la Ciudad y Estado de México ha mostrado, en sus resultados de los últimos 4 años, una tendencia sumamente interesante: puntajes altos de algunos alumnos, de calificación perfecta o casi perfecta, lo cual necesariamente obliga a hacer diferentes lecturas de esta particular e interesante situación.
Tenemos los siguientes datos: Francis Valeria Eliosa García en el año 2014, Antonio Avilix Hernández Cortés en 2015, Teresita Lucila Luna Zaragoza, Luis Alberto Cabrera Díaz y Héctor Adrián Castillo en 2017, fueron aspirantes que obtuvieron un puntaje perfecto en el examen, logrando la totalidad de los 128 aciertos correctos; en 2016 Ramiro Martínez Ortega fue el aspirante con el puntaje más alto, logrando 127 aciertos, faltándole solamente un acierto para obtener igualmente la perfección. Además del reconocimiento por el desempeño mostrado y por el potencial y la base de conocimientos con el que contaban cada uno de ellos al momento de su ingreso, hay 3 factores en común que comparten todos ellos que considero no pueden pasar desapercibidos y que, de alguna manera, brindan elementos y argumentos para evidenciar la minimización que se hace de hechos que no pueden negarse o minimizarse, pese a los intentos por ocultarlos.
El papel central de la familia como el principal motivador para el nivel de compromiso y desempeño escolar es un primer elemento de análisis. En cada uno de los alumnos referidos previamente encontramos a papás y mamás con carreras profesionales, incluso algunos dedicados a la docencia, o hermanos mayores que fueron la inspiración para prepararse con ahínco para la realización del examen, así como en la construcción de un proyecto de vida profesional o simplemente inclinaron la balanza en la elección de una escuela. Cada uno de los aspirantes y sus familias tienen una valoración de la escuela y sus maestros, porque tienen plena conciencia de la función que cumple y no denigran el papel de los docentes, pese a lo que se diga, sugiera o insinúe en diferentes fuentes.
Un segundo elemento de análisis es realmente interesante: todos ellos refirieron haber ingresado a la mejor institución del país y que confiaban en que iban a recibir una educación que les permitiría alcanzar, sin duda, sus objetivos profesionales. Todos ingresaron a escuelas de la UNAM, en las cuales no aplicará el Nuevo Modelo Educativo y tampoco ha sufrido la Reforma Educativa. Tanto sus familias y ellos disponen de una significación de la UNAM como la mejor escuela, en la que confían plenamente en la libertad de cátedra de sus profesores y en la autonomía que de verdad podrán alcanzar por la Filosofía inherente a la máxima Casa de Estudios. Los alumnos que conciben al conocimiento como parte esencial para su crecimiento, en las diferentes áreas de su ser, se alejan de las escuelas que dependen y se regulan desde las sillas de gobierno.
Y el tercer, y último, aspecto a analizar toca un punto en el que se hace cada vez más evidente un error teórico en el enfoque del nuevo modelo en cuanto a las posibilidades del aprendizaje: COMIPEMS es un examen en el que la memoria es un elemento cognitivo esencial. Este examen no evalúa competencias, así como tampoco las evalúa el examen de ingreso a las instituciones públicas de Educación Superior; evalúan los conocimientos que el alumno tiene y que es capaz de reconocer y/o recordar en la aplicación, en donde la memoria es el actor principal. De hecho, como un plus aparte, también se patentiza la aportación que cada docente ha hecho a lo largo de sus vidas académicas.
Es COMIPEMS, por tanto, un examen que devela y que confronta planteamientos con un fundamento cuestionable, insostenible incluso en diferentes componentes del modelo, así como nos muestra diversas incongruencias. Después de tanta saturación en la promoción del modelo, este examen no les favorece tanto en realidad para sus fines ¿no creen?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

  • MANOLO

    Como todo buen mexicano la argumentación refleja la dialéctica nativa. Es decir la realidad no es lo real “depende”…. puede ser SIPUSNO ó NOPUSSÏ.
    Que un examen refleje el nivel socioeconómico y cultural de los poseedores y herederos de estas especies de capital, no debe asustar ni sorprender, eso no lo hace “cuestioable”, los exámenes de este tipo: masivo, selectivo, y relativamente único, técnicamente se construye para que refleje estas características de la literacidad académica del estudiantado. No pueden ser de otra forma… la evaluación de las singularidades contextualizadas es una alternativa a la que casi nadie le invierte por problemática. Entonces, ¿el modelo de evaluación está mal? No, si nos acoplamos a un cupo limitado por un “número clausus”, si está mal si le pedimos al modelo que no sea ese… en este caso No está mal que lo pidamos pero SI lo está si no existe una alternativa viable.

  • Alma Dzib-Goodin

    A nivel estadístico, cualquier evaluación debe ser analizada en torno a la curva normal. Gauss muestra que una buena evaluación es aquella que permite que la población se represente en un lado y otro de la curva, así como en medio de ella. De este modo es posible saber si es un buen examen o no. Si todos obtienen los puntajes muy altos, significa que el diseño es muy simple, si todos obtienen menos de lo requerido para aprobar, entonces implica una alta complejidad ya sea estructural o conceptual. El área media refleja que el diseño es lo suficientemente estable.
    En este sentido, es una evaluación matematicamente confiable, por lo que creo que el análisis debe hacerse en torno a los aspirantes.
    Se reportaron ataques de ansiedad durante la aplicación y algunos tuvieron que ser atendidos por paramedicos. Eso, si da miedo.
    Por otro lado, si los aspirantes deben tomar cursos y asesorias especializadas para enfrentarse al examen, refleja que la escuela no proporciona los elementos para responder a este nivel, lo cual, por supuesto, también da miedo.
    ¿Por qué un estudiante que ha pasado 9 años en un aula, por más de 4 horas durante 10 meses, más tareas y demás, no puede responder un examen de cultura general?
    Dejemos la política y expliquemos este simple hecho.

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