El daimon de la democracia

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Además de las deplorables condiciones sociales y económicas de las mayorías, la chispa que detonó el movimiento revolucionario del 20 de noviembre de 1910, contra la dictadura porfiriana, fue la demanda de democratización de la vida política al grito de sufragio efectivo no reelección.
Las sucesivas reelecciones de Porfirio Díaz y el modelo de exclusión insostenible fue el caldero donde se cocinaron liderazgos como el de Francisco Indalecio Madero.
Las cuestionadas elecciones de 1910, El Plan de San Luis y el levantamiento armado, el triunfo de la revolución maderista.
Una primer batalla ganada de esperanza democrática, el asesinato artero de Madero, de nueva cuenta el escenario gris. La democracia se vistió de traje militar por algunos años.
La democracia multicitada bajo cortinas de humo, los demócratas falsos ofrecidos al mejor postor. Miserables en ideales, miserables en misión social y de servicio, partidos políticos al acecho.
Democracia, en su nombre se construyen sustratos donde las mayorías invisibilizan su conciencia de clase y simulan participación política con votos irracionales.
Vende bien definirse como demócrata. Desde las tibias aguas donde bebe, desde las parcelas donde se apacienta el rebaño fino del poder, se opina siempre a su favor, se marcha.
Desde sus trincheras a veces se miente, se persigue y eventualmente, se ha asesinado. La conciencia colectiva no da para tanta memoria de crímenes de lesa democracia soterrados.
Los partidos políticos como instituciones, el salto cualitativo hacia los gobiernos civiles, los cachorros de la revolución insaciables, el presidencialismo, los tecnócratas, la emergencia del liberalismo y el saqueo de bienes nacionales y ampliación de las brechas de pobreza y desigualdades.
Los caminos de partidos políticos bebedores de la ubre presupuestal, los defensores de los institutos electorales en las entidades federativas, el flamante proyecto salinista del Instituto Federal Electoral, el proyecto peñista del Instituto Nacional Electoral.
De las carabinas 30-30 a la guerra publicitaria para imponer la agenda de los que más tienen y la ilógica de los que más gastan, mientras campean silbando fuerzas conservadoras coreando a señoras ofensivas; mientras juegan a crear y desaparecer partidos políticos de ocasión para perpetuar el status quo, el juego perverso de las instituciones electorales y el mercado de encuestas.
Vaya democracia la nuestra.
Desfile de falsas izquierdas y derechas, amor encubierto y odio público para exacerbar la polarización.
Si bien, el ejercicio de elegir gobernantes y representantes populares tiene su marco normativo en la Constitución, en los goznes documentales de leyes secundarias se cuelan prácticas y se legitiman plataformas partidistas cupulares que minan la fuerza de la democracia y hacen de las instituciones políticas aparatos ideológicos distantes de las necesidades del pueblo.
La independencia de poderes, el poder judicial y su propia ruta, los jueces siempre ganadores y la impartición de justicia en la bolsa de valores para el mejor postor.
Los indicadores de salud de una democracia, la trinchera de la resistencia organizada al cambio, las coaliciones de partidos políticos de plataformas ideológicas diferentes.
La formación y la práctica política de la democracia como ideal del estado moderno mexicano, nuestro largo camino hacia ella.
Los ideales de democracia y libertad siempre asignaturas pendientes, lo refería Jaime Torres Bodet al frente de la SEP: “Si queremos educar a los niños de México para la libertad y democracia, debemos enseñarles antes que nada, a ser verdaderamente libres y adquirir el arte de gobernarse a sí mismos, eliminando los procesos de mecanización y de ciega obediencia”.
En razón del contenido polisémico de la democracia, del pueblo y del futuro de la gobernabilidad, se dan a luz propuestas contradictorias y se materializan y perpetúan estrategias de dominación.
La publicidad empodera personajes y gobiernos que terminan en desencanto.
Se tuercen los cauces de los movimientos sociales y se profundizan las causas de las desigualdades sociales y económicas, como refiere Jean Paul Sartre: “la democracia tiene responsabilidades profundas con aquellos que habitan en ella. Y su mayor responsabilidad es por supuesto, la educación, la distribución del ingreso, que nadie pase hambre, que nadie sea un analfabeta. Y posibilidades de trabajo para todos. Si la democracia no puede dar esto… y bueno, está fallando algo…”.
El domingo 13 de noviembre las marchas en defensa del INE, de nueva cuenta abanderan la causa de la democracia en su razón de marchar. Algunas ciudades variaron su paisaje urbano con algunos contingentes, lugares icónicos como El Ángel de la Independencia en la CdMx o el monumento a los Niños Héroes Héroes en Guadalajara tuvieron inquilinos de ocasión con gritos, consignas y pancartas.
La causa para el conjunto no es tan clara, pero marchan.
So pretexto de una reforma electoral algunos sectores hacen uso de su derecho de manifestación, es buena la participación ciudadana, es bueno el involucramiento social en la cosa pública, las plazas públicas son un buen espacio para el ejercicio de la moderna ciudadanía, para la práctica de la formación cívica y ética que tanto enfatiza el proyecto de la educación mexicana.
La democracia es juego de vencidas donde debieran triunfar las mayorías y las razones.
El polisémico concepto de la democracia y las razones de poder y clase que subyacen en sus matices, en los pliegues.
Los nudos, las construcciones, prácticas y resultados para la institucionalización de una forma de gobernabilidad donde hay intersticios, recovecos, rostros, colores, partidos políticos y obsesiva ansia de permanencia de una clase política que hace trinchera y estrategia.
La oposición que odia al actual proyecto de gobierno de Lopez Obrador, la oposición que hace bloque en la supuesta causa de defender el INE, ante las tentaciones táctiles de las fuerzas del mal ocultas, la consigna desordenada previamente ordenada: “El INE no se toca”.
El domingo 13 de noviembre pasa a los anales de la historia reciente como un buen día de manifestación a favor de una noción de democracia, una buena jornada para evaluar instituciones como el INE y sus defensores.
Queda meridianamente claro una vez más que en la democracia mexicana, como práctica política, se ocultan y medran intereses; nuestra experiencia demuestra vergonzosamente que la democracia es cara y que los manifestantes sostienen no abaratarla.
La democracia ha sido pretexto para crear una burocracia dorada: “el INE no se toca”.
Ha llevado a experiencias gubernamentales que explican en parte la problemática del país, las reformas estructurales y los ensayos en las entidades federativas, por ejemplo, como eufemismos para saquear recursos naturales y esperanzas sociales.
El baño de pueblo en las campañas electorales, la saga repetida de gobiernos de espaldas a las mayorías desde muchos palacios de gobierno.
Los profesores y la democracia, el gremio activo necesario, pensante, comprometido. Desde la adscripción de clase el imperativo de escuchar, argumentar, orientar, conversar y con mirada histórica comprometida, mirar lejos y cerca.
La experiencias de Jalisco, Nuevo León y Guanajuato, y los ecos de informes políticos mediáticos e irreales por ejemplo, destapes y ambiciones por adelantado; el ejercicio de gobiernos reactivos, de fuerzas apostólicas y clasistas, de divisas refundacionales que nadie ve y congresos monolíticos que impunes hacen comparsa en los temas trascendentales para materializar gobiernos gerenciales con vocación de endeudamiento, sólo atentos al aumento anual en el cobro de impuestos.
Mirar a los municipios organizadores de fiestas patronales por ejemplo, mirar la historia y la gobernabilidad de manera longitudinal, entender un poco más el sistema nervioso del poder y asumir que lo político reproduce una pseudodemocracia que se ensaña en los más pobres con la complacencia de los desinformados y confundidos.
El daimon platónico de la democracia, la voz de la conciencia social para el fortalecimiento del país, la amplitud de miras sobre la ética ciudadana para darse la forma de gobierno y las representaciones que se requieren en este momento de la historia nacional, romper las cadenas que nos atan a la caverna y las visiones que objetivan las falsas sombras.
El daimon socrático de la democracia, el sujeto individual que filosofa y decide, hace ciencia de su participación política y suma de manera constructiva al ser social.
Tal vez hoy que celebramos el Día Mundial de la Tolerancia sería bueno no ofender y encontrar en la diversidad un proyecto de país donde todos tengamos espacio, oportunidad y, sobre todo, hagamos de la democracia una forma de vida.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Griselda Gómez

    La democracia mexicana y el sueño utópico, un sin sentido se apodera de la subjetividad colectiva, fuerzas tácticas y medios televisivos que desvelan los turbios intereses. Pobre patria mía, en construcción constante de ideales, más allá aún de la esperanza.
    Hoy más que nunca cobra sentido la frase del benemérito de las Américas don Benito Pablo Juárez García: “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”.
    Agradezco la donación de la palabra De. Rubén que invita a la reflexión constante, pero sobre todo convoca al posicionamiento, al hacernos cargo como ciudadanos en el aporte y contribución a fortalecer la democracia.

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