El acompañamiento como la caja negra de las prácticas educativas

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Gran parte de lo que sucede en educación tanto dentro como fuera de los ámbitos escolares está vinculado con dos operaciones básicas: acciones que los sujetos realizan y las relaciones que los sujetos establecen con otros sujetos y con el resto de los componentes de la propia institución.
En esta segunda el acompañamiento pedagógico (AP) cumple un papel fundamental como estrategia consistente en estar al lado de los otros para poder asistir en lo que ocupen.
El AP es una estrategia relacional, dentro de la cual los sujetos se encuentran, es decir, los sujetos se relacionan, unos demandando cierto nivel de ayuda y otros (los profesionales) con la intención de otorgarla. Bajo esta perspectiva, en el acompañamiento pedagógica los roles se bifurcan en dos tipos: entre los que demandan o requieren ser escuchados y acompañados y los que están llamados para acompañar. En el centro de dicho fenómeno existe una especie de “caja negra”, la mima caja negra a la que se refería Bouros Skinner cuando hablaba de la relación estimulo–respuesta, la misma caja negra que se instala en los aviones como reservorio de un vuelo determinado, de los secretos por si algo pasa o pasara.
La caja negra en educación es, dentro del componente de AP ese espacio de vinculación, pero también de latencia que existe en el vínculo entre tutor o educador (el que compaña) con el alumno o tutorado (el que es acompañado). En dicho vínculo, en su espacio central existe un espacio de latencia que o es de nadie sino del vínculo mismo, a eso le llamamos caja negra.
En el proceso o el acompañante como fenómeno educativo existen infinidad de situaciones que escapan al manejo consciente de los propios sujetos que acompañan o que son acompañados, por ejemplo, tenemos:

• La presión o la prescripción institucional (lo que la institución espera de los sujetos que se vinculan).
• Lo que dictan las políticas educativas con riesgo al compromiso por mejorar estrategias para aprender junto con estrategias para acompañar.
• El establecimiento de directrices emanadas de disposiciones institucionales que miran más hacia el “deber ser” que hacia conocer lo que pasa y por qué está pasando.
• Lo que los propios sujetos tienen como expectativa dentro de su imaginario de lo que debiera ser un sujeto que acompaña y que sabe hacerlo y un sujeto que es acompañado y que residen en consecuencia a lo que el otro quiere (o espera) de él o de ella.

El AP es un recurso muy importante puede decirse que es una técnica, una estrategia, un marco de referencia y una metodología de trabajo, es o puede ser todo lo anterior, lo importante es que este encuentro fenoménico dentro del cual sucede que se vinculen dos o más sujetos y que crucen saberes e intercambien nociones culturales y las pongan en juego en el acto de relacionarse.
El acompañamiento integra un dispositivo relacional en dicho dispositivo se conjuga lo que hace el que acompaña, junto con lo que también hace el sujeto que es acompañado; con ello se genera una especie de fusión de horizontes y de identidades dentro de la cual surge una nueva, eso es a lo que le llapábamos caja negra del dispositivo relacional.
Las experiencias de acompañamiento deberán ser recuperadas por otra persona que “desde afuera” de cuenta de lo que pasa y de cómo mejora el espacio de encuentro entre los que acompañan, pro también para arle más poder al acompañado, el poder del dialogo, de la retroalimentación. De este campo hay muy poco material sistematizado, sería bueno trabajar en eterno al potencial formativo que tiene el acto de saber acompañar y al encuéntrase con los otros y las otras.

Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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