El acceso a la siguiente actividad

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Lo importante no es recibir determinado objeto a cambio de haber tenido éxito en el cumplimiento de determinado objetivo, sino el acceso que ese objeto nos permite a otros objetos y a otras actividades. Por mucho tiempo se discutió cuál sería el mejor “reforzador” de la conducta. Y ya fuera que a los niños se les dieran galletas, chocolates, carritos, estrellas, fichas, lo que solía suceder es que estos acababan por saturarse y literalmente se hartaban de estas cosas.
Lo que proponen algunos pedagogos es que no es el objeto lo que les interesa, sino el acceso a otras actividades. Así, no es que queramos la bicicleta para tenerla, sino para usarla. El que nos regalen un balón no sirve de nada si no tenemos la oportunidad de utilizarlo. Que nos regalen un libro no es para lucirlo en el librero, sino para disfrutar su lectura, tener el placer de relacionar su contenido con otros acontecimientos, participar en las charlas acerca de ese libro y de otros temas cercanos o lejanos, contrastantes o parecidos.
De tal modo, las vacaciones son una oportunidad no sólo de tener aventuras, sino también de narrarlas. Como bien decía Sartre, cuando nos persigue el león no estamos pensando en que es una aventura. Si nos salvamos entonces sí que podremos narrar nuestra escapatoria como una aventura. Las vacaciones constituyen una oportunidad de realizar actividades, no sólo de acceder a cosas.
La moda del uso cotidiano de las pantallas, a las que pocas personas en nuestra sociedad actual logra sustraerse, no necesariamente tiene que ver con conseguir determinada pantalla como premio al trabajo y a las tareas bien realizadas, sino que se trata de objetos que dan acceso a otras actividades. Aun cuando a veces no lo parezca, esas pantallas son objetos que nos dan acceso a otras actividades, que pueden ser tan simples como ver videos, leer chistes, enterarse de lo que hacen otras personas, o tan complejas como generar la posibilidad de acuerdos para realizar otras actividades en conjunto con otras personas.
Así, las pantallas pueden servirnos de instrumento de comunicación para plantear o realizar determinados proyectos, o para reunirnos real o virtualmente con otras personas para hacer cambios en nuestros entornos inmediatos o lejanos. Para planear o reportar actividades como viajes, lecturas, paseos, cursos, sesiones de discusión y un sinfín de aventuras que podríamos ver como pedagógicas o no.
La capacidad, la velocidad y el aspecto de las pantallas, o, en general, de los objetos que utilizamos, quizá no son tan importantes como la calidad y cantidad de oportunidades que nos dan para acceder a otras actividades. Esos datos son pura vanidad para la hora de presumir, como sucede con quienes tienen objetos lujosos tan sólo para poder presumir que son capaces de… obtener objetos de lujo. Aunque no necesariamente de utilizarlos como herramientas para lograr nuevas aventuras y aprender algo de ellas.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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