El A, B, C y D para democratizar al SNTE

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Una vez más se pone a la orden del día el transformar al SNTE o el intentar democratizarlo. El SNTE es un sindicato complejo, puede decirse que es un monstruo de mil cabezas que no se deja meter la mano y que tiene una capacidad camaleónica de respuesta ante el Estado, la sociedad y el propio magisterio para salir casi siempre bien librado.
Hace unos días un grupo de diputados de Morena, pero cercanos a Elba Esther Gordillo, se manifestaron pidiendo enérgicamente la convocatoria para los relevos o cambios en las dirigencias seccionales y por supuesto en la dirigencia nacional del sindicato.
No es posible transformar al SNTE mirando hacia el pasado, el fantasma macabro de Elba Esther Gordillo está al acecho, y no conviene un regreso a ese estilo de gestión sindical porque la Maestra (como se le conoce), ya demostró durante 23 años que es capaz de beneficiarse de la organización sindical, de sacar provecho personal y familiar del patrimonio de las y los trabajadores de la educación y de no permitir ni en lo más mínimo un clima verdadero de democracia o de democracia verdadera.
En la contraparte, el sector y la iniciativa de las fuerzas democráticas aglutinadas en la CNTE y los aliados en la gestación y desarrollo de un proyecto distinto, tenemos (me incluyo) una oportunidad de oro por sacar adelante los sueños y las iniciativas democráticas. Es por ello que en esta entrega presento esto, que le he dado en llamar el A, B, C y D para democratizar al SNTE.

A. Audacia
Una iniciativa de verdadera aspiración democrática debe ser audaz para sacudirse las tentaciones del canto de las sirenas del llamado charrismo sindical y del dinero; pero también la audacia para construir consensos, y hacer avanzar un proyecto inédito que lleva muchos años anhelando la instalación de la democracia en la vida sindical. La audacia es para desplegar dicho proyecto y hacerlo llegar a buen puerto.

B. Beligerancia
Un proyecto democrático y de aspiración democrática implica. Ser beligerante es decir, se requiere congruencia en las palabras y las acciones, basarlo en principios éticos y en valores democráticos que se vivan todos los días tanto en los espacios formales de la participación sindical, como en todas las esferas públicas y privadas de los sujetos que lo estén animando. La beligerancia se traduce en sostener una lucha que inició para muchos de nosotros en el año de 1979 (nacimiento de la CNTE) y que no termina hasta poder conocer que la vida sindical se ha transformarlo verdaderamente.

C. Compromiso con el Cambio
En el SNTE todo está por cambiarse, de los nombres de los dirigentes hasta los estilos de gestión y práctica sindical, pasando por la relación entre dirigentes y dirigidos, en la administración del patrimonio sindical y el papel que juegan sus agremiados los trabajadores de la educación. Para ello el estilo, el rol o el perfil de los dirigentes que habrán de animar el cambio democrático, deberán ser personas honestas, desinteresadas, de sacar provecho a los espacios de poder que están por ganarse y coadyuvar a un nuevo estilo de gestión y participación sindical.
No se trata en este cambio por venir, de reeditar una experiencia gatopardista, es necesario que el SNTE cambie para que el SNTE ya no sea igual. Y en ello los nuevos dirigentes tienen la palabra, a partir de generar un consenso amplio y nacional en la perspectiva de este movimiento.

D. Dignidad y Disciplina
En esta coyuntura histórica, no sólo se trata de derrotar y erradicar al charrísimo sindical del SNTE de sacar a los dirigentes que han traicionado los principios del sindicalismo democrático, también se trata de instalar un nuevo esquema que demuestre que existe un fundamento y una cultura diferente. En todo esto, existe un peligro latente que al calor del movimiento lleguen nuevos oportunistas que arropados en un discurso democrático quieran sacar provecho para capitalizar el movimiento en la perspectiva de una etapa de corporativismos sindical.
La disciplina implica pensar en colectivo (lo que no supieron hacer todos los dirigentes que han aprovechado el patrimonio para sacar adelante proyectos personales) y la dignidad en las dirigencias sindícales es el motor que mueve la aspiración democrática. El SNTE deberá de ser de todos y todas y deberá de estar al servicio de los intereses y las aspiraciones genuinas de todos los trabajadores de la educación, aun en la complejidad y en la dispersión.

Esta tarea no puede ser obra de unos pocos, se requiere el concurso de una fuerza y un liderazgo colectivo que de manera desinteresada se sume a un proyecto inédito. Ya Oaxaca, Michoacán y la Sección 9 junto con Chiapas y Guerrero han demostrado lo que significa derrotar al charrísimo sindical. Si, pero ahora la tarea es la conformación amplia, plural y abierta que tenga la perspectiva nacional y cuyo objetivo sea el cambio democrático. No son peticiones económicas, no es la lucha por mejor salario y las condiciones de trabajo, es toda la organización sindical que deberá estar en manos de las fuerzas democráticas. Por ahí dicen los que saben que este tipo de coyunturas que abre la posibilidad del cambio verdadero se dan cada 100 años, sino se aprovecha ahora debemos esperar a que los hijos de nuestros nietos lo hagan, después de reclamarlos la oportunidad histórica que dejamos pasar.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. mipreynoso@yahoo.com.mx

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