Educar para la salud

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Todos nos equivocamos. Y eso es inevitable. Y casi todos hacemos trampa. Ni para nosotros mismos somos de confiar. Nos autoengañamos y pensamos que hacemos algo por nuestro bien o para bajar las tensiones o para premiarnos por esfuerzos o agotamientos extraordinarios. El autoengaño sí es evitable. Pero preferimos pensar que no seríamos capaces de engañarnos a nosotros mismos.
Nos engañamos pensando que si todos en nuestro entorno comen y beben más que nosotros, solo ellos sufrirán las consecuencias. Si comemos menos que las otras personas nos conservaremos delgados, aunque comamos más de lo necesario. O que si nos premiamos con una grasosa y azucarada dona por el ejercicio realizado por unos cuantos minutos estamos recuperando muy pocas de las calorías consumidas.
A veces nos engañamos, y afirmamos saber lo que es necesario para plantear y resolver nuestras tareas escolares. O para entender la situación en la que estamos metidos y salir de ella, en la vida cotidiana. El caso es que rara vez tenemos la paciencia, primero, para buscar la información y mucho menos para comportarnos en consecuencia, respecto a nuestra salud.
Quizá sabemos muchas cosas acerca de cómo debe comportarse la gente en general. Pero no estamos enterados de lo que nos acontece con nuestros cuerpos ni de las consecuencias de lo que haremos o de lo que dejaremos de hacer con ellos. Con esa tendencia hacia la confirmación de nuestras preferencias, recordamos muy bien que una copa al día da salud y alegría, que si no está descompuesto es mejor no moverle y que una vez al año no hace daño.
Sin embargo, nuestras escuelas y nuestros aprendizajes tienden a enfocarse en lo formal y en lo que podemos rescatar en un cuaderno de notas, y poco en lo que implica cuidar y detectar lo que pasa en nuestros cuerpos. El tema viene a cuenta ahora que muchos de nuestros conocidos reconocen que sus buenas intenciones para este año que termina se frustraron en cuanto al cuidado de sus cuerpos. Reconocemos que nos faltó disciplina para bajar de peso, reducir la cintura, controlar la ingesta de azúcares, harinas y grasas. Añadimos que vienen los festejos navideños y de fin de año, lo que nos hará olvidarnos de disciplinas de activación física y de alimentos equilibrados.
Las consecuencias de nuestra escasa preparación para una salud duradera comienzan a notarse, pues nuestros ejemplos como docentes o como progenitores son mucho más visibles de lo que son audibles nuestras declaraciones y consejos. No solo estamos engordando nosotros, con el consecuente deterioro de nuestros amados cuerpecitos, sino que también estamos dando la pauta para que las siguientes generaciones consuman alimentos placenteros y placeros, en vez de balanceados y saludables. Al mismo tiempo, descuidamos nuestra activación física y continuamos consumiendo combustibles fósiles en vez de quemar las calorías que ingerimos en exceso.
Quizá podríamos comenzar por renunciar a una porción de nuestras vidas sedentarias y a nuestras ingestas dedicadas al placer en vez de a la nutrición. Ya nos autoengañaremos en los festines decembrinos, para desengañarnos en los primeros días del 2020.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar