Educación retada por la pandemia

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Llegó el día. Regresamos a clases en la escuela. ¿Cuáles reflexiones y sus interrogantes de los diecisiete meses de intervalo quedaron resueltas con esta decisión? ¿Cuáles siguen vigentes? ¿Surgirán otras nuevas?
Desde luego todo lo que se ha afirmado que se perdió con la suspensión se verificará o no, según reporten los docentes y los propios alumnos. También todo lo que se afirmó sería ganancia deberá verificarse. Lo indudable a estas alturas es la importancia de la desigualdad del contexto en la realización de la tarea educativa, vista en el marco nacional. Regiones con desigualdad económica o diferencias culturales ofrecen la educación de maneras diversas en diferentes regiones. El sueño de Vasconcelos de una educación nacional a modo de uniformidad del espíritu de la raza hace rato se ha desdibujado, a pesar del discurso y los recursos gubernamentales invertidos en hacerlo realidad.
Los científicos, los trabajadores dependientes de la ciencia y la técnica (médicos, ingenieros, economistas, profesores universitarios) se preparan mejor en universidades del primer mundo a pesar de la existencia de una educación de posgrado en el país, reducida y de gran calidad, en las universidades nacionales y aun en otras de menos visibilidad. El empeño educacional mexicano avanza lento, mantiene los propósitos de excelencia y su caminar no es para nada despreciable, sin embargo, aún no alcanza para lograr suficiente población educada y preparada para lograr los objetivos de sucesivos planes nacionales de desarrollo.
Ese es nuestro contexto y moverlo hacia los objetivos del desarrollo es tarea de la educación, entre otros sectores. El sistema nacional de educación requiere planes y decisiones de largo aliento y prescindir del manejo politiquero que aún prevalece en algunos sectores de ese sistema. Sólo para referir una de las más recientes muestras, recordemos el incidente en el cual personal educativo maltrató al presidente de la república. Así, el desarrollo queda cada vez más lejos. No afirmo la inexistencia de dificultades, situaciones apremiantes y aun deficiencias graves en el sistema educativo, requeridas de mayor atención del gobierno y sus encargados. Afirmo la confusión de significados atrás de los hechos sucedidos. Resolver esa confusión y otras igual o más graves es, justo, la tarea central del educador/a.
Lo presencial del acto educativo, necesaria sin duda, no es suficiente para lograr aquellos altos objetivos. Si el “detente” que nos impuso la pandemia no nos deja claro la importancia de los objetivos educacionales y nacionales del desarrollo requerido por nuestro país, más allá de presencia o distancia, será una pandemia “perdida” para lograr esa conciencia fundamental.
Tampoco será desperdicio la pandemia si reflexionamos sobre la formación de los profesores y profesoras. Los modos actuales son necesario sin duda, y también son insuficientes para “conectar” la educación básica (niños, niñas, jóvenes) con las acciones indispensables para lograr, en cada sitio de este país querido por todos, los objetivos del desarrollo indispensables para resolver mejor varias de nuestras necesidades más apremiantes. Ese es el tamaño del reto que nos mostró la pandemia.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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