Educacion fragmentada

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Estamos acostumbrados a reconocer las “materias” que se imparten en escuelas y centros de educación superior. Los estudiantes preguntan por las “materias” que cursarán en el semestre o en el año. Identificamos matemáticas, lengua, historia, geografía, formación cívica y ética, deportes, etcétera. Es casi una tradición. Los estudiantes hablan de “me va bien en historia, pero no puedo con las matemáticas”. Pues esa casi tradición está a punto de pasar a mejor vida. La propuesta de la Nueva Escuela Mexicana y el nuevo Plan de Estudios pretende, entre otras cosas, reducir la segmentación del aprendizaje implicado en “enseñar” por materias. Y han agrupado en cinco áreas las antiguas materias cuya enseñanza puede estar reunida en experiencias de aprendizaje cuyo desarrollo poda los conocimientos, de manera simultánea, antes desarticulados.
Críticos de la modificación señalan la dificultad de “aprender” materias “revueltas”. Sin embargo, desde hace buen tiempo la crítica dice lo problemático de estudiar materia a materia, y luego enfrentar una realidad única, la cual no se presenta “por materia”. Sí, es cierto, si hay escasez de lluvia, las cosechas de “temporal” sufren o de plano no se logran, y las de “riego” dependen del volumen de agua de presas y del volumen del caudal de ríos y arroyos; ante la calamidad, el agrónomo dirá: sin agua no hay cosecha; el meteorólogo dirá: el fenómeno del Niño en el pacífico no fue tan intenso como debiera; el político dirá: trabajaré para que no vuelva a suceder; y el ecólogo dirá: el desperdicio de agua en las ciudades es enorme. Y así, otros profesionales.
Cada profesional usa su ciencia y experiencia para explicar el suceso. Sin embargo, la realidad es una: No hay cosecha. El propósito de reunir “materias” en el nuevo plan de estudios propuesto es evitar esa segmentación de miradas ante la realidad. Son ciertas las afirmaciones fragmentadas. Y es cierto como la realidad se impone: no hay solución del problema. Si los profesionales estuvieran preparados con un aprendizaje integrado, estudiando las relaciones de las diversas materias y aprendiendo a considerar la realidad como única y cómo es que se impone de una sola manera.
Si la educación, como se pretende, se organiza por la importancia de conocer la realidad, los fenómenos que la manifiestan y el tejido a modo de una red de los diversas aportaciones, el aprendiz se acostumbrará a ver la realidad en su complejidad y sabrá que intervenirla y modificarla implica acciones complejas, en las cuales los distintos aportes se “tejan” entre sí y faciliten una intervención, ya no segmentada, aunque sea simultánea, sino integrada y sistémica. Es decir, desde antes, al aprender sabrá que esos fenómenos se enfrentan trabajando en todos los frentes que forman parte de ese “tejido” en el cual vemos la realidad única.
El reto es justo, cómo evitar la fragmentación del aprendizaje sin caer en soluciones ingenuas o simplistas. El aprendizaje complejo supone diseños complejos y operaciones sistémicas capaces de formar en los aprendices, no sólo la conciencia de los múltiples enfoques, sino el tejido de éstos para generar esa realidad única y compleja. Ante la fragmentación no se trata de estudiar todo, sino aprender a “tejer” lo que se aprende. Un reto para un largo rato.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

Comentarios
  • Graciela Bravo

    Gran reto para el docente

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