Educación en tiempos de confusión

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Sin duda la polarización, o prevalencia de los extremos sin posibilidad visible de diálogo, ha detenido acciones y actividades importantes del país y en especial en la educación. La discusión y pilotaje del Nuevo Marco Curricular está detenida, el gobiernos de la SEP está en pausa, los sindicatos combativos de la CNTE y el SNTE están descontentos con las fallas y desacuerdos con la burocracia educativa y de pronto salen a la calle con las consecuencias ya conocidas.
Los planes de recuperación de los efectos de la pandemia entre escolares, escuelas y profesores se retrasan y los paganos son los estudiantes. La polarización ha provocado desorden, dilaciones, decisiones impracticables y sí, todo eso afecta a los estudiantes. Desde luego, como siempre, existen maestros y maestras que saben hacer a un lado toda es politiquería y se empeñan en trabajar con sus alumnos, escuchándolos para ayudarlos de modo pertinente y eficaz, con gestión socioemocional pertinente a fin de generar zonas de confianza, de cuidado y, por tanto, de aprendizaje oportuno.
Hasta el deporte nacional, el futbol ha decaído, por el desempeño pobre del equipo nacional ciertamente, y también porque las personas estamos más atentas a los dichos de uno y otro lado en materia política y de asuntos de gobierno. Por ejemplo, eso de “humanismo mexicano” del presidente, por un lado, parece broma y por otro si recuperamos a los filósofos humanistas mexicanos actuales y anteriores, lo de “mexicano” confunde pues la gran mayoría no estarían de acuerdo con varias acciones del régimen actual. Por ejemplo, los dineros federales para la educación en los estados están a la baja, igual para la salud, pues “ya se acabó el covid-19” y aun suben los contagios con nuevas variantes del virus original. Insistir en proyectos ruinosos de infraestructura, y sí, un gesto a los trabajadores subir el salario mínimo 20%. Y ¿sabemos si se provocará un desempleo importante?
Así las cosas, el sistema educativo, maestros, maestras, autoridades y estudiantes están pendientes de qué pasará con su labor. Desde luego, muchos maestros tienen ideas para superar los obstáculos y también los hay cuya postura es “a mí que digan que voy a hacer”, lo cual incrementa la confusión.
Por este estado de cosas conviene recuperar la ética de las relaciones sociales. Ese mandato reconocido por todos, y sólo practicado por algunos. Se trata de recordar que si soy educador debo, éticamente dicho, cuidar a los estudiantes quienes confían en mí. Y no hay justificación para abandonar la tarea sólo por las confusiones de los políticos y sus seguidores. Si el maestro, maestra están convencidos de apoyar a uno u otro lado, están en su derecho de apoyar las acciones, dichos y propuestas de esos en quien confía. Y, a la vez, de ninguna manera ese apoyo ha de afectar su tarea educativa. De otro modo, están dando el mensaje de que la educación debe supeditarse a los vaivenes políticos, despreciando la ética de respetar, cuidar y ayudar a que sus estudiantes logren el mayor aprendizaje posible. Entre otros argumentos está la confianza de los estudiantes en sus maestros. Eliminarla en los hechos equivale a decirle a los estudiantes: Primero la política y luego el estudio y el aprender. Sería inaceptable. Esperemos lo mejor de maestras y maestros.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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