Educación durante la pandemia: revelando lados oscuros

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Las clases en línea y a distancia han traído consigo experiencias que podemos considerar y calificar de diferentes tipos, con la particularidad de que ahora tenemos registros grabados de muchas de ellas. Así, a través de la red y los dispositivos hemos podido ver momentos divertidos y chuscos, al igual que otros emotivos y tiernos que nos dejan una agradable sensación, pero, también, experiencias que revelan diferentes problemáticas y situaciones inaceptables que antes podían mantenerse ocultas, maquillarse o negarse, tanto por parte de docentes, como alumnos, autoridades y personas a cargo de la dirección escolar.
En el caso de los alumnos y alumnas, se advierten tres situaciones que han representado un problema para las y los docentes: la primera, el caso de estudiantes que toman el control de la plataforma desde la cual se imparte una clase y silencian o sacan de la sesión a sus maestros o maestras. La segunda, el caso de algunos alumnos y alumnas que, valiéndose de la imposibilidad de exigir desde la docencia el encendido de las cámaras, solamente se conectan, pero no atienden la sesión o la clase que se está impartiendo, teniendo el caso incluso de estudiantes que permanecen dormidos o dormidas el total de tiempo que éstas duran. Tercero, pocos afortunadamente, el caso de alumnos y alumnas que, pese a contar con los medios, tiempo y recursos para trabajar, deciden no realizar ninguna actividad, sabiendo que aprobarán sus materias sin realizar esfuerzo alguno.
En el caso de los y las docentes, hemos podido observar intransigencia y estrés mal manejado que derivan en acciones agresivas actitudinal y verbalmente ante los estudiantes. Se tiene evidencia también de docentes que humillan y se burlan, públicamente en línea, de algún estudiante por alguna condición física, económica o psicológica. De igual manera, se tienen pruebas de expresiones que denigran a las mujeres o frases que develan a alguien que tiende a acosar sexualmente, lo cual uno habría pensado imposible mientras estuviéramos en línea o a distancia.
De algunos directivos y autoridades, esta tendencia a apoyar y darle razón siempre al alumnado, pese a que haya pruebas claras que avalen la postura o calificación de un o una docente.
Hay un punto más que quiero referir, que me parece sumamente oscuro y tiene que ver con la regulación y aspectos legales en torno al uso de tecnologías, lo cuál abre diferentes discusiones que, en otro espacio y momento valdría la pena profundizar. Dejo aquí algunas preguntas para reflexionar: ¿es válido o permitido grabar a docentes durante la clase sin haberles pedido autorización?, ¿ pueden los estudiantes compartir socialmente el video o audio de una clase? En Francia, una persona externa acaba de asesinar brutalmente a un maestro por información que se compartió de su clase ¿hay alguna sanción para los estudiantes, o padres y madres de familia, que editen y compartan, mal intencionadamente, las palabras de uno o una docente?, luz y oscuridad han sido las clases en línea, al igual que las presenciales. Pero ahora se tienen grabaciones; corren todos más riesgos ¿o no?

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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