Don Benito y los flujos

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

En nuestra sociedad y época es común que tengamos que preocuparnos porque no se nos acabe el agua, ni el gas, ni la electricidad, ni la señal de cable en nuestros hogares, ni la conexión a wi-fi, o el tiempo aire, o los datos, o la energía de la batería de nuestros celulares. Y en el automóvil estamos preocupados porque no se agote la gasolina, y por no dejar encendidas demasiado tiempo las luces, o la radio, para que no se agote la batería. Y revisamos que el motor tenga aceite y las llantas aire suficiente. Hasta cuando andamos en bicicleta nos preocupa conservar el aire en las llantas y la energía fluyendo por nuestras piernas y pulmones, gracias a que por nuestros organismos circulan la sangre y el oxígeno suficientes.
Todo el tiempo ponemos atención a un flujo u otro. Principalmente al flujo de dinero, como suelen llamarlo los macroeconomistas, lo que equivale a tener dinero y trabajo que nos permita la riqueza de percibir más de lo gastamos. Pues ese flujo será el que nos ayude a conservar la posibilidad de los otros flujos. Si ese flujo se nos acaba, la cosa se pone complicada: no tendremos con qué pagar todos los demás flujos que nos interesan y de los que nos hemos vuelto tan dependientes.
A veces nos olvidamos de algunos otros flujos, como los de información y dejamos de poner atención a personas cercanas o lejanas. O a la inversa: hay quien ya no nos pone atención pues los flujos de afecto o de información de los que somos fuente ya no les interesan a otras personas. En ocasiones sucede que los estudiantes ponen atención a los flujos de información a los que les damos acceso o que les sugerimos seguir: alguna lectura, una película, una conversación, alguna asesoría. Pero hay momentos en que esos flujos sufren interferencias de los otros flujos de información como los programas de televisión que siguen con periodicidad, las conversaciones con sus amigos, la simple contemplación de cómo fluye la vida por sus barrios o familias. Y entonces se concentran en flujos distintos de los que consideramos prioritarios en nuestras asignaturas.
El flujo de dinero, empero, incide en muchas de las actividades que realizamos en nuestra sociedad y puede ser el más apremiante. Cabe mencionar que, como han hecho notar algunos economistas, los cambios que se avecinan en las denominaciones y diseños del papel moneda, más que ocultar procesos económicos que desconocemos, delatan la inflación en la que estamos inmersos. Y es una inflación que nos afecta en todos los ámbitos de la sociedad y que vale la pena ejemplificar siguiendo a Carlos Guízar cuando escribe acerca de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios de los profesores y profesionales: “El salario de las personas con posgrado bajó de 24 mil 191 pesos a 14 mil 804 en poco más de una década”. Así que, visto desde el ámbito de la educación, el hecho de que “Hoy en día un billete de 500 equivale a solo 135 pesos de lo que valía en 2004” (http://www.milenio.com/opinion/carlos-guizar/columna-carlos-guizar/que-esconden-los-nuevos-billetes_2) implica que muchos de los profesores tendrán que trabajar más horas al día y a la semana para conservar el poder adquisitivo anterior, y eso necesariamente repercutirá en su productividad y rendimiento. Lo que incidirá a su vez en los flujos de información que podrán procesar y estimular en sus estudiantes. Ahora que don Benito aparecerá en los billetes de $500, valdrá unas pocas veces más de lo que valía en los billetes de $20. No es buena noticia para ninguno de los flujos que nos ocupan en nuestra vida cotidiana.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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