Dogmas y creencias educativas

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Uno de los grandes problemas con los que se enfrentan los profesores cotidianamente, sobre todo los que ingresan al servicio por primera vez, es el manejo de los dogmas y creencias aprendidos durante su formación y que, a la postre, provocan contradicciones y dificultades en los procesos educativos escolarizados, pero este fenómeno no solo es parte de los profesores, sino también de los miembros de la comunidad donde está enclavada su escuela y de las propias autoridades responsables de administrar la educación, su principal error es creer que todo lo que se hace en las escuelas abona a lo educativo.
A todos nos queda claro que la educación escolarizada es fundamental para propiciar la formación integral de niños, niñas y jóvenes que asisten a las escuelas, sin embargo, en muchas de las prácticas que desarrollan los protagonistas educativos se evidencian múltiples dogmas y creencias que más que ayudar perjudican cuando los resultados reales de los procesos no se asemejan a los esperados según los planes y programas de estudio o, al ideal educativo que marca el Estado en sus principios constitucionales.
Los dogmas y creencias terminan por topar con pared cuando se habla de cambios, innovaciones, reformas, transformaciones y propuestas de mejora educativa, lo más difícil de las prácticas en el aula es cambiar las creencias en que se basan las acciones desarrolladas, no por algo los maestros son tan endebles y ello se ve cuando la autoridad educativa les obliga a modificar la forma de planear y trabajar en las aulas independientemente si lo hacen bien o no, qué decir de los referentes teóricos de moda, gracias a ello un tiempo reinó la tecnología educativa como la gran panacea de la educación por casi dos décadas; después el conductismo, el cual tuvo que irse porque para “los expertos educativos y prófugos del aula” éste era el demonio educativo; sin más y porque así lo determinaban las reformas educativas mundiales “exitosas” llegaron Piaget y Vygotski como los salvadores de la educación moderna a finales del siglo XX; después aparecieron la enseñanza por competencias desde la visión de los hijos de la OCDE; enseguida los Aprendizajes Clave, la Escuela al Centro y el uso de medios en tiempos del peñismo; hoy reina la Nueva Escuela Mexicana y todas las virtudes de las artes como centro de la enseñanza, así como la educación regional, la equidad de género, la educación humanista y cosas por el estilo.
Ante todo ello, es necesario hacer un ejercicio reflexivo sobre la escuela pública y sus protagonistas, no es posible dar por hecho cosas sin ver los pros y contras de su aplicación, sabemos de sobra que no todo lo que se hace en las aulas y las escuelas necesariamente abonan en lo educativo, muchas de las veces se desarrollan actividades en el salón de clases que sólo dan cuenta del cumplimiento o no de la tarea, pero quedan muy lejos de que estas actividades puedan generar aprendizajes que a la larga tengan una aplicación práctica en la vida real.
En tanto se siga dejando de lado la revisión de las prácticas docentes y así poder entender los significados de cada acción, seguirán llegando reformas educativas con nuevos autores, rimbombantes conceptos y otras cosas más que determinen las ocurrencias del gobierno en turno, pero la realidad es que no se podrán derrumbar creencias, mitos y dogmas que no permiten que los procesos educativos se den de manera significativa en los sujetos que asisten a la escuelas con la finalidad de encontrarle un sentido y una explicación a la realidad que les toca vivir día con día.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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